¿Sabrá Jamil?

AuthorWyss, Jim
PositionJamil Mahuad, presidente de Ecuador; pol

Todo el mundo acusa al gobierno del presidente Jamil Mahuad del derrumbe de la economía ecuatoriana.

OSWALDO QUITAMA PINTO HACE 10 AÑOS SU NOMBRE EN EL frente de su tienda de alfombras porque estaba orgulloso de su negocio. La tienda de Oswaldo, situada en uno de los distritos comerciales más dinámicos de Quito, vendía alfombras importadas y nacionales a un nivel modesto pero constante.

Pero últimamente el negocio sufre una crisis. La caída del sucre obligó a Quitama a dejar de importar alfombras el año pasado. Desde enero, las ventas han bajado el 90%. "Es el peor clima para los negocios que he visto", dice el comerciante de 45 años, sentado en su escritorio, en medio de alfombras asiáticas de imitación y cubiertas para asientos de inodoro. "Nadie compra nada y así van las cosas día tras día".

Quitama no es el único que opina que el gobierno de Jamil Mahuad, que lleva un año en el poder, ha sido desastroso para el negocio. Con una inflación del 54%, el derrumbe del poder adquisitivo y el sistema bancario al borde del colapso, el panorama de Ecuador es sombrío. Y el público culpa al presidente.

"El lema de la campaña de Mahuad era: Jamil sabe qué hacer y cómo", afirma Joaquín Zevallos, presidente de la Federación Nacional de Cámaras de Comercio y uno de los que más critica al mandatario. "Creo que es bien obvio que ese lema era una mentira".

Soluciones apresuradas. Mahuad ocupó la presidencia en agosto, en medio de la peor crisis de los últimos 70 años, provocada por la caída de los precios del petróleo, los daños causados por el Niño en la costa y dos años de caos político bajo las presidencias de Abdalá Bucaram, "el Loco", y Fabián Alarcón, '"el Bailarín", encarcelado a mediados de marzo por acusaciones de corrupción.

Incluso Zevallos admite que Mahuad heredó un país en un estado crítico, pero señala que la medicina del gobierno es peor que la enfermedad.

Mahuad, de 49 años y graduado de la Universidad de Harvard, comenzó su período con objetivos bien definidos, pero pronto tuvo que abandonar sus planes cuando el déficit presupuestario de US$1.200 millones, que representa alrededor del 6,6% del Producto Interno Bruto, provocó una crisis que requirió soluciones tajantes y apresuradas.

Mientras algunos lo acusan de gobernar sin tino y de carecer de valor para enfrentarse a un Congreso indómito, los empresarios lo ven como un tecnócrata sin compasión que ha obligado a la nación a hacer duros sacrificios sin producir los resultados que...

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