Estados Unidos está perdiendo la guerra contra las drogas.

AuthorJack, Silicon

América Latina es el exportador de cocaína y marihuana más grande del mundo y, además, un proveedor importante de heroína. En los EE. UU., el uso de heroína y cocaína no ha disminuido de manera significativa, la adicción a la metanfetamina se está expandiendo y las drogas ilegales se consiguen con facilidad. Un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno declaró que durante el último año, el Plan Colombia, el programa antinarcóticos más ambicioso de Washington, con un presupuesto de US$5 mil millones, fracasó en reducir la producción de coca y cocaína entre los años 2000 y 2006.

"Claramente, lo que hemos estado haciendo no ha funcionado", admitió la Secretaría de Estado Hillary Rodham Clinton en su viaje a México, durante el mes de marzo.

Era hora de que un funcionario importante de los EE. UU. declare públicamente lo que ha sido obvio durante largo tiempo. Desde que en 1971 el ex presidente Richard Nixon declaró la "guerra contra las drogas", la política de los EE. UU. en América Latina se ha concentrado en la prohibición, erradicación y penalización del consumo, una estrategia que ha "fracasado en la mayoría de los estándares objetivos", de acuerdo con un informe elaborado por el Brookings Institute el último año.

Washington necesita un cambio radical: uno que se concentre en detener tanto el flujo de drogas que ingresa a los Estados Unidos como el suministro de armas que EE. UU. envía al sur. En los últimos dos años, la violencia provocada por los carteles de la droga en México ha matado a más personas que las muertes militares de los EE. UU. en Irak y Afganistán juntas.

El lavado de dinero alimenta el narcotráfico y al menos el 90 por ciento de las armas recuperadas de los traficantes mexicanos se compran legalmente a los comerciantes de armas de EE. UU., gracias a las poco estrictas leyes de control de armas de fuego.

Además, una nueva política debe enfatizar la reforma de los departamentos de policía y los tribunales en América Latina, y un incremento en la ayuda a programas de prevención, educación y tratamiento. En la región, la debilidad de la policía y de los sistemas judiciales socavan el imperio de la ley.

Muchos políticos de América Latina abogan por más programas de rehabilitación y educación contra las drogas a medida que los índices de adicción aumentan.

Además, Washington debe estudiar seriamente un informe publicado a comienzos de este año por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, realizado por...

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