EL ESTADO UNIDO DE MÉXICO.

AuthorCase, Brendan M.
PositionComercio internacional; industria del ensamblaje; negocios e industria; M

SI USTED VIVE EN ESTADOS UNIDOS, FIJESE EN SU cocina de gas. Aunque la marca sea General Electric o Kenmore, es muy probable sea fabricada en México. Lo mismo sucede con el refrigerador. Rafael Nava, portavoz de Mabe, fabricante mexicano de electrodomésticos, dice con modestia: "Norteamérica es como un solo mercado para nosotros".

Paralelamente a la macdonaldización de México, ese país se convierte poco a poco en una potencia industrial que fabrica gran parte de los productos más comunes en Estados Unidos. Esto comenzó a mediados de los años 80, con el establecimiento de líneas de ensamblaje en la frontera entre ambos países, pero la unión sin precedentes entre una economía en desarrollo y una desarrollada ya se concreta mucho más al sur. Las multinacionales que operan en México, así como conglomerados nacionales, convierten esa economía de US$420.000 millones en parte vital del mercado estadounidense, que mueve US$7,2 billones.

"Lo que vemos son las etapas avanzadas de la integración industrial entre Estados Unidos y México", dice Raúl Hinojosa, director del Centro de Desarrollo e Integración Norteamericana en la Universidad de California en Los Angeles.

Más de la tercera parte de la economía mexicana es el comercio con Estados Unidos, y crecen los rumores de que quizá un día adopte oficialmente el dólar.

No es tan obvio que México es el segundo socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá, y que el comercio bilateral se ha triplicado desde 1990, para llegar a US$196.000 millones en 1998. México comercia más productos manufacturados con EU que Japón y más productos textiles que China. México suministra a Estados Unidos las furgonetas Chrysler, las Thinkpad de IBM y los refrigeradores Whirlpool.

"Lo que la integración industrial significa en realidad es que cualquier interrupción de la cadena de producción en un país probablemente interrumpa la producción en el otro", comenta Hinojosa. "Eso pasó con la huelga de General Motors en Estados Unidos el año pasado, que paralizó fábricas de México".

La locura de la maquila. Cuando los obreros suspendieron el trabajo en Flint, Michigan, a mediados de 1998, se detuvieron las plantas de General Motors en Silao, Saltillo y Ciudad Juárez. La huelga de ocho semanas dejó ociosos a los casi 84.000 trabajadores mexicanos de GM. Lo más notable es que la huelga apenas habría afectado esas operaciones en una fecha tan reciente como 1986.

En aquel momento, GM sólo tenía 24,000 trabajadores mexicanos y acababa de transferir toda su operación de cableado a Ciudad Juárez, con lo que iniciaba una nueva etapa en el programa de maquiladoras, iniciado hace dos décadas. Los fabricantes de autos y piezas transformaron rápidamente la parte oriental de...

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