Un tesoro bajo el mar: un pueblo casi destruido por una ola vive de lo que da el oceano.

AuthorFranklin, Jonathan
PositionClase Ejecutiva - Turismo en Chile

EL 22 DE MAYO DE 1960, EL MAYOR terremoto de la historia chilena (9,5 en la escala Richter) derribó edificios y estremeció el suelo oceánico. Entonces una ola de 15 metros devastó la pequeña población de Corral, en la costa sur de Chile. Muchas casas quedaron reducidas a escombros y grandes cargueros anclados en la bahía parecían frágiles kayaks.

El oleaje sacó del fondo del mar proyectiles de cañones españoles del siglo XVII. Y algo más: nuevas especies marítimas y una industria que desde entonces es la que da de comer al pueblo.

"Antes de la ola, sólo teníamos cuatro especies [comerciales] de mariscos. Después, tuvimos seis", relata Sergio Ramos, historiador no oficial del pueblo.

No hay pruebas de que exista un nuevo ecosistema. Pero en lugares como Corral, un pueblo de 4.000 habitantes, la opinión de gente mayor como Ramos es suficiente. Dicen que el sismo causó una proliferación de algas, el producto que ahora es la base económica del pueblo.

Las algas, de las que la más importante es la Gracileria Chilensis, conocida en Chile como pelillo, se cosechan, se secan en las playas y se venden a una procesadora que las convierte en un fino polvo blanco, que se vende a US$15,50 el kilo en Japón. En la temporada alta, de septiembre a marzo, los botes invaden la costa para recoger la cosecha de algas.

La exportación de algas vale unos US$60 millones al año, pero para Corral esos dólares son vitales.

El pelillo crece en la bahía que forman la desembocadura de los ríos Valdivia y Tornagaleones en el océano Pacífico. La cosecha de esta alga dura todo el año en esta lluviosa zona, donde abundan los pinos de Monterrey.

"Hace 25 años, cuando el pelillo apareció, nadie lo recogía. No sabíamos que era valioso", dice Epitacio Bárquez, que vive en la isla Mancera, cerca de un fuerte español de 1645 cuya guarnición se batió con piratas ingleses para defender la ciudad de Valdivia. La fortaleza es la única atracción turística de Corral. Empleador local. Bárquez calcula que la mitad de la población de la isla trabaja en el comercio del pelillo. La mayor parte del trabajo tiene lugar bien avanzada la primavera, cuando el sol estimula el crecimiento y permite cosechas cada 15 días. "Sólo nos pagan 200 pesos el kilo [30 centavos]", se queja Bárquez. Pero US$3.600 de ganancias en un solo embarque es una pequeña fortuna en esta región donde una cena con salmón cuesta US$2,50 y los viajes en embarcaciones fletadas entre las islas pueden costar menos de US$1.

Hace...

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