A simple vista.

AuthorThomson, Adam
PositionCirug

Las operaciones oculares con láser son fruto del trabajo innovador de un médico colombiano.

ES UNA HABITUAL MANANA DE LUNES EN LA LLUVIOSA BOGOTA. EL doctor José Ignacio Barraquer hijo sostiene muy abiertos los párpados de un paciente con una clavija. Observa a través de un microscopio y corta una tira de la córnea. Con la capa superior de la córnea echada hacia atrás, apunta con un rayo láser y comienza a "esculpir" la córnea, convirtiéndola en una especie de lente de contacto natural, antes de poner la tira en su posición original, todo eso sin dar un punto. La operación completa demora alrededor de 15 minutos y el paciente siempre está despierto.

El nombre del procedimiento es Lasik y es lo último en cirugía ocular correctiva. Los pacientes que se someten a la operación salen con una visión 20/20 y no tienen que usar nunca más anteojos ni lentes de contacto.

Solamente este año, en Estados Unidos se realizarán unas 980.000 operaciones Lasik. Y aunque los seguros médicos no cubren el procedimiento, se espera que la cantidad de operaciones Lasik anuales crezca a más de 2,5 millones en cinco años.

Pero aunque Norteamérica es el mercado de operaciones oculares de crecimiento más rápido, Bogotá afirma ser la cuna de la teoría y de la técnica del Lasik. Nadie ha disputado esa afirmación desde que el padre de Barraquer, nacido en España y también llamado José Ignacio, se estableció en la ciudad andina en 1953.

Cuando el doctor Barraquer padre realizó la primera operación refractiva del mundo en seres humanos a mediados de los años 60, la técnica (conocida entonces como queratomileusis) era complicada y riesgosa, y la operación duraba varias horas.

A mano. Barraquer padre les daba anestesia general a sus pacientes, en vez de la variedad tópica más simple que se usa hoy. Pero no tenía alternativa: su método pionero consistía en remover a mano la córnea del paciente, congelarla y luego moldearla en un torno experimental que había diseñado él mismo.

Al principio, el mayor problema era que el torno estaba en su casa, a tres kilómetros del quirófano. "Mi padre hacía la primera parte de la operación y luego, dejando al paciente anestesiado, iba en su auto movil hasta la casa para moldear la córnea congelada y regresaba para volvérsela a poner al paciente", relata Barraquer hijo. Tenía que coser a mano la córnea en el ojo.

Los cálculos para saber exactamente cómo esculpir la córnea...

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