REQUIEM POR UN ASIENTO GRATIS.

AuthorA. Dempsey, Mary
PositionTT: Requiem for a free seat.

¿Doblan las campanas por los programas de viajero frecuente?

As anécdotas se han convertido en leyendas. Esta la del hombre del pudín, un individuo de California que concibió una manera de ganar 100 millas de viajero frecuente de American Airlines por cada envase de pudín de 25 centavos que comprara. Terminó con 1,2 millones de millas --por un valor de 48 pasajes nacionales gratis-- y 12.000 postres. También están los usuarios del LatinPass que recorrieron la región a principios de este año para ganar un millón de millas. Randy Petersen, director de la revista Inside Flyer, batió el récord: estuvo tres días saltando de vuelo en vuelo.

En muchos aeropuertos se comentan las proezas de esos aficionados a volar. ¿Pero llegarán a ver pasajes gratis? Algunos expertos lo dudan.

"Con el tiempo las millas de viajero frecuente no valdrán nada, porque las aerolíneas estarán más interesadas en vender ese último asiento que en regalarlo", dijo Julius Maldutis, director gerente de investigación de valores en CIBC World Markets, en una conferencia de presidentes ejecutivos de aerolíneas este año.

Either Maldutis se ha vuelto loco o hay una avalancha de consumidores. Desde que American Airlines estrenó el primer programa de viajero frecuente en 1981, el concepto se ha convertido en la promoción de lealtad del cliente más exitosa de la historia. Aadvantage de American, que comenzó con 750.000 miembros, ya es el programa de viajero frecuente más popular del mundo, con 40 millones de miembros. Hasta el cambio más insignificante de las reglas da lugar a enormes demandas colectivas. American Airlines ofrece millones de dólares en créditos de millas y descuentos de pasajes para resolver las reclamaciones que presentaron en su contra hace diez años, cuando alteró los términos de su programa. Una demanda similar se presentó contra Delta Air Lines en 1988.

Sólo mencionar la posibilidad de modificar estas promociones provoca una fuerte negativa de los ejecutivos de las aerolíneas, pero los programas de viajero frecuente están abandonando su función tradicional: llenar asientos, y a la vez alentar la lealtad del cliente. Gracias a la prosperidad en Estados Unidos, muchas aerolíneas tienen sus aviones llenos al 80%, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial. Las aerolíneas no tienen que esforzarse tanto por llenar sus aviones. En vez de "regalar" asientos, ahora los venden, rebajando los precios a última hora en sus websites oficiales.

A tope. Igual de importante es que el éxito de los planes de millas minan su eficacia. Mientras más personas se suben al vagón del viajero frecuente, más competencia hay por los codiciados asientos gratis. Hay claros indicios de que los programas podrían haber llegado al tope...

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