Cómo recobrar el sentido común en tiempos de superavit.

AuthorLong, Gideon

SANTIAGO, Chile -- Su exilio político, su formación clásica en economía y un período como negociador comercial han contribuido a darle forma a la visión del mundo de Andrés Velasco. Cuando se trata de administrar las finanzas de Chile, el ministro de hacienda se reconoce sin lugar a dudas como pragmático.

"Los gobiernos deberían comportarse como familias sensatas", insiste el economista de 48 años de edad. "Cuando se cuenta con un ingreso extraordinario, uno debería ahorrar una buena parte para cuan-do llegan las vacas flacas".

Son estos principios, en general poco comunes en Latinoamérica, los que han posicionado a Chile tan bien para soportar los embates de la actual debacle económica. Cuando Velasco dejó su puesto como profesor de economía en Harvard para sumarse al gabinete de la presidenta Michelle Bachelet como ministro de hacienda en 2006, Chile se encontraba en medio de un boom del cobre que generaba miles de millones de dólares en ingresos que llegaban a las arcas del tesoro como caídos del cielo. Los estudiantes, los trabajadores y los políticos alentaban a Velasco a que gastara esos recursos, pero el ministro, como buen estudiante de la historia económica de América Latina, se rehusó a hacerlo.

"Esta es una región de vacas gordas y flacas mal administradas", explica Velasco. "Innumerables episodios de precios del cobre altos, precios del estaño altos, precios del petróleo altos han provocado momentos de prosperidad insostenible", explica. "Cuando me convertí en ministro, teníamos en claro que Ramos a romper ese círculo vicioso histórico y demostrar que en Latinoamérica podíamos administrar bien el boom de los commodities. Casi no hay precedentes de una política así en nuestra historia".

En lugar de gastar, el gobierno ahorró. Entre 2005 y 2008, Chile recogió superávits fiscales por un total de $42 mil millones, el equivalente al 26 por ciento del producto interno bruto.

Tal prudencia fiscal resultó bastante poco popular, y tanto Bachelet como Velasco fueron catalogados como tacaños. Pero ahora, el gobierno ha utilizado esos fondos para amortiguar el impacto del achicamiento de la economía global, y el chileno promedio ve a Velasco y a Bachelet de manera diferente. Velasco es en general considerado como el ministro más querido del gobierno, mientras que las encuestas de popularidad le dan a Bachelet el 70 por ciento de apoyo, un porcentaje incluso mayor al que tenía cuando asumió el poder en marzo de 2006.

Mucho de lo que Velasco...

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