Demasiado protegidos: las politicas de EU castigan a los protectores de la fauna en peligro.

AuthorRomo-Cedano, Luis
PositionClase Ejecutiva - Produccion y comercializacion legales de productos derivados de animales salvajes - Empresa Cocodrilos Mexicanos S.A.

Como muchas otras empresas de la zona noroeste de México, la de Carlos Bodarte es ganadera. El rancho, ubicado en medio de sembradios de tomates y granjas avícolas a 15 kilómetros al sur de la ciudad de Culiacán, cuenta con 25,000 cabezas de "ganado".

Sin embargo, lo que hace diferente a esta empresa es el tipo de ganado que maneja, anunciado en su mismo nombre: Cocodrilos Mexicanos, S.A. (Cocomex).

Este rancho es la sede de un negocio atípico en esta llana región, célebre por la agricultura, las mujeres hermosas y el narcotráfico. Los sonidos latinos que llegan desde la arboleda que rodea el rancho indican que no se trata de una hacienda común: todo el día, la música resuena a través de altavoces. Los encargados afirman que los reptiles están más contentos cuando hay un sonido constante. Uno puede imaginarse a los cocodrilos solazándose en las charcas mientras escuchan el son cubano del Buenavista Social Club.

Cocomex, que vende la piel de los reptiles, se integró al paisaje del estado de Sinaloa en 1989, año en que se fundó, y ahora es que alcanza un punto de equilibrio en sus resultados, explica Rodarte, arquitecto mexicano quien durante un viaje por Tailandia en los años ochenta se enamoró de la idea de las granjas de cocodrilos y decidió fundar una en su país. Rodarte no dio cifras de ventas.

La empresa trabaja con una especie mexicana, el moreletii, cuyo hábitat natural es la costa atlántica de México, Belice y Guatemala. Tiene cerca de mil reptiles dedicados a la reproducción en cuatro grandes estanques. Los huevos que ponen las hembras a mediados de la primavera son trasladados a una incubadora. Al primer día de nacidos, los cocodrilitos--del tamaño de una lagartija--son llevados a una de las 60 casetas oscuras y húmedas del rancho, donde viven y crecen los dos primeros años de su vida. Luego, la mayoría se sacrifica para aprovechar su piel.

A lo largo del siglo XX, la población silvestre del cocodrilo moreletii sufrió un declive constante debido a la destrucción de su hábitat, la caza clandestina y la contaminación. Pero gracias a este proyecto, la especie ya escapó del riesgo de la extinción. Hoy la granja de Cocomex

alberga en menos de diez hectáreas más individuos de esta especie que todos los que viven en libertad en el Golfo de México y el Caribe.

La ironía que se cierne sobre Cocomex es que sus mayores obstáculos como negocio han provenido precisamente de los esfuerzos oficiales por proteger a este cocodrilo.

En un inicio...

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