Pescando en río revuelto: con los bancos extranjeros al margen, las entidades argentinas mejoran su posición.

AuthorGoodman, Joshua
PositionLos 100 Bancos - Ilustraci

Prestar o padecer--es la regia universal de la banca. Entonces no sorprende que en Argentina, donde la mayoría de la gente sigue prefiriendo no pedir préstamos, gran parte de los bancos parecerían tener un pie en la tumba.

Casi dos años después de la devaluación y el incumplimiento de los pagos del país, las pérdidas siguen acumulándose en la mayoría de las 93 instituciones financieras argentinas. A pesar de que en meses recientes el país ha vivido un crecimiento económico de dos dígitos, en abril, el sistema bancario perdió US$70 millones, y se espera que las pérdidas continúen hasta finales de año. Mientras tanto, aunque el otorgamiento de préstamos crece rápidamente, los bancos aún tienen mucho terreno qué recuperan Hoy, los préstamos totales pendientes--US$11,000 millones--son sólo una quinta parte de lo que fueron en 2001, cuando la crisis argentina era inminente.

Con un mercado tan deprimido no sorprende que los bancos extranjeros que invirtieron fuertemente en Argentina durante la década pasada hayan tirado la toalla. Durante los últimos dos años, el banco francés Crédit Agricole, el canadiense The Bank of Nova Scotia, el italiano Banca Intesa y el mexicano Banamex han renunciado a sus participaciones. Aquellos que persisten han estado cerrando sucursales, despidiendo empleados, saliendo de portafolios de préstamos e incurriendo en grandes pérdidas. Desde diciembre de 2001, como parte de la campaña para reducir costos, los bancos privados recortaron los salarios en un 30%, según la calificadora de riesgos Standard & Poor's.

A diferencia del duro castigo que recibieron los bancos extranjeros, la crisis argentina ha presentado algunas oportunidades interesantes para los competidores locales. Sólo hay que hablar con Jorge Stuart Milne. En mayo de 2003, el banco de su familia, Banco Patagonia, adquirió el 80% del Banco Sudameris al Grupo Intesa, la mayor entidad financiera italiana. De un día para otro, su pequeño banco regional en la casi deshabitada Patagonia pasó a ser uno de los 10 principales bancos priva dos del país, con una red de 134 sucursales y casi US$1,000 millones en activos. "En dos años logramos lo que nos habíamos propuesto hacer en 10", dice Stuart.

El Banco Patagonia no es la única institución local que está aprovechando la sacudida del sector financiero argentino. Entre los pequeños bancos que se expandieron a velocidades asombrosas desde la devaluación están el Banco Comafi, el Banco Macro Bausud, el Banco Industrial y el Banco Privado, Aunque hace algunos años eran virtualmente desconocidos para los consumidores, cada una de estas entidades tiene un largo historial de lidiar con éxito la volatilidad argentina. Al igual que el Banco Patagonia, la mayoría son empresas familiares que ganaron millones de dólares durante la década inflacionaria de 1980, especulando con la moneda argentina. Durante la década de 1990, tras vender sus activos recién valorizados a inversionistas extranjeros, muchas de estas entidades usaron sus contactos políticos para participar en la privatización de más de una docena de bancos de provincia.

Alto riesgo. Estos maestros de las finanzas de alto riesgo están interesados en el diezmado mercado de la banca personal, que su competencia extranjera desechó después de la devaluación de 2001. Desde diciembre de 2002, los bancos locales privados han ampliado sus portafolios de préstamos personales en un 45% al tiempo que los bancos extranjeros han visto caer sus activos en un porcentaje similar. Lo han conseguido comprando portafolios de préstamos baratos de parte de bancos europeos y estadounidenses que han sido presionados por sus accionistas para limitar su exposición en Argentina. "Cualquier transacción que aumente nuestra participación en el mercado es una oportunidad para nosotros", dice Stuart.

El potencial de esas transacciones es enorme. Aunque los bancos siguen perdiendo dinero, el sistema financiero está siendo reconstruido lentamente, tras haber sobrevivido la peor crisis financiera en la historia de Argentina. Cuando llegue el día en que los préstamos nuevamente pasen a ser parte clave del crecimiento económico, bancos como el Patagonia se verán sumamente bien recompensados. Mientras tanto, dicen los analistas, la expansión no tiene riesgos, puesto que la mayoría de activos fueron adquiridos, en algunos casos, a sólo un 80% de su valor.

Sin embargo, aún está por verse si tal entusiasmo tiene fundamento. La crisis bancaria de Argentina fue diferente de cualquiera otra crisis mundial. Los analistas advierten que enormes riesgos aún amenazan la salud general del sistema financiero. Para empezar, la mayoría de los balances generales de los bancos están construidos como un castillo de naipes. Gracias a tina medida patrocinada por el gobierno que camufla el impacto del incumplimiento en el pago de la deuda externa y la devaluación, los bonos reestructurados de bajo interés del gobierno--casi el 60% del capital del sistema--están contabilizados a un valor muy superior al de su precio en el mercado. Aunque es una medida necesaria para evitar que los bancos reporten capitales negativos--lo cual obligaría al Banco Central a cancelarles las licencias--, esa contabilidad tan creativa deja a los bancos sin defensas contra cambios volátiles en variables macroeconómicas como tasas de cambio e inflación.

Otro peligro que acecha al sistema es una decisión pendiente en la Corte Suprema que podría otorgar unos US$2,500 millones a los depositantes que entablaron una demanda colectiva por el famoso "corralito"--medida que utilizó el gobierno para congelar los depósitos bancarios en el momento más oscuro de la crisis. "El panorama sigue siendo poco claro", dice Carilla López, analista bancaria de Standard & Poor's en Buenos Aires.

Tales debilidades estructurales, serían más fáciles de superar si el mercado de crédito no estuviera tan deprimido. Aunque una afortunada recuperación en los depósitos ha permitido que la liquidez alcance niveles récord, muy pocos de esos recursos están siendo prestados. El crédito del sector privado--valorado en US$12,000 millones--representa sólo el 10% de la producción económica, mientras que en 1999 esta cifra fue del 25%.

Los bancos dicen que el problema es la falta de demanda. Los negocios aún están escépticos acerca del futuro económico de Argentina. Con el retraso en la reestructuración de los US$100,000 millones en bonos no cancelados, muchos empresarios temen que el popular presidente argentino, Néstor Kirchner, podría estar aislando la economía del resto del mundo. Una reciente encuesta a 80 gerentes de alto nivel llevada a cabo por la firma de auditoría Ernst & Young reveló que sólo el 25% esperan pedir un préstamo bancario este año. Escenario japonés. Los poquísimos préstamos que se están otorgando están concentrados en un segmento cada vez más reducido de consumidores de altos ingresos. A pesar de una disminución continua en las tasas de interés, pedir un préstamo para invertir es todavía algo poco común, dice Mario Vicens, presidente de la Asociación de Bancos de Argentina (ABA), un grupo de lobby que representa a bancos extranjeros. "Hemos detenido el desangramiento pero nadie ha descubierto la fórmula para hacer dinero', dice Vicens. "Aún existe el riesgo de que una vez la economía recupere su equilibrio natural entraremos en un escenario de estancamiento, parecido al de Japón, en el que los bancos dejarán de funcionar como tales".

Una cautela similar prevalece entre los depositantes, quienes afin no pueden olvidar ti corralito". Menos de la mitad de los depósitos bancarios son a largo plazo, depósitos fijos o a más de 30 años. Para ganarse la fidelidad de los clientes, los bancos han acudido a toda clase de estrategias de mercadeo. En junio, el banco brasileño Itaú, por ejemplo, comenzó a ofrecer una TV y un equipo de sonido a quienes depositaran por lo menos US$13,500 en un certificado de depósito a término de un año.

Hoy en día, la mayoría de los argentinos ven la apertura del sector bancario en la década pasada como una falla y como la causante del derrame de miles de millones de dólares. Una reciente encuesta hecha por la firma D'Alessio/IROL, reveló que el 48% de los argentinos prefieren a los bancos domésticos, mientras que el 36% quieren usar los bancos extranjeros.

Los bancos extranjeros aún tienen el 40% de los depósitos del sistema--valorados en US$35,000 millones. En cambio, los bancos nacionales sólo controlan el 15% de los depósitos mientras que los bancos estatales controlan el resto.

Dolor en común. La competencia es caliente debido a que las tasas de interés en los bancos extranjeros y los bancos de capital local son prácticamente idénticas. Después de un incremento del 32% en los préstamos del sector privado durante el primer trimestre de 2004, en junio los bancos extranjeros comenzaron a gastar en campañas de relaciones públicas dirigidas a los clientes más atractivos de la post devaluación argentina: los agricultores e industriales con dólares y con la necesidad de capital de trabajo a corto plazo. El banco central cuenta con estos dos segmentos para liderar un aumento del 100% en el crédito durante los próximos 18 meses--un pronóstico que, de resultar cierto, ningún banco puede darse el lujo de perder.

Mucho interés

La economía brasileña está creciendo gracias a las políticas abiertas de mercado del gobierno y a la demanda internacional por los productos del país. Las entidades financieras piensan que también deben contribuir a revitalizar la economía. Pero los críticos culpan a los bancos por mantener muy altas las tasas de interés, lo cual se traduce en menos préstamos y un retraso del crecimiento. Roberto Setúbal, presidente ejecutivo del Banco Itaú, el segundo banco privado más grande de Brasil, habló con el corresponsal de LATIN TRADE Jonathan Franklin acerca de tasas de interés, utilidades y el valor de la educcaión.

¿Hay presión para bajar las tasas de interés?

No hay presión del gobierno...

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