PERSPECTIVAS DEL 2001: Presa de la pobreza.

AuthorGoodman, Joshua
PositionArgentina - TT: Perspectives for 2000: trapped by poverty. - TA: Argentina

Los argentinos de a pie ansían un retorno a la prosperidad.

Carlos Magallanes fue gerente de peugeot Argentina durante 15 años, hasta que lo despidieron. Ahora trabaja como 'remisero' o chofer. "Es casi un pasatiempo", dice Magallanes, que tiene tres hijos. "Ni siquiera puedo pagar las cuentas con lo que gano".

Las penurias de Magallanes, y las condiciones que las crearon, reflejan el reto que enfrenta América Latina. La competencia y la apertura de los mercados han generado una mayor productividad y crecimiento económico, pero también han empobrecido a la clase media. El aumento del desempleo, no de los precios, es el mal que deben afrontar los consumidores.

En las calles de Buenos Aires, el panorama es muy distinto a los pronósticos de los analistas para el 2001, pronósticos trazados en el remoto Olimpo macroeconómico. Se espera que todas las economías mayores de la región crezcan, pero la gran interrogante es si ese crecimiento significará algo para la gente común.

Puede discutirse cuando y como terminará, pero no hay dudas de que la mayoría de los argentinos viven abrumados por la recesión. Las señales están por doquier, desde barricadas levantadas por desempleados hasta vergonzosas exhortaciones de los políticos para levantar la moral. Pero basta observar que debido a la poca demanda el país que hace una década era el ejemplo de la hiperinflación ahora sufre del mal opuesto: la deflación.

Oficialmente, Argentina comenzó a salir lentamente de su caída económica de casi dos años en el primer trimestre, cuando la economía creció el 0,9% después de una contracción del 3,1% en 1999. Pero la mayoría del público se ha beneficiado muy poco de ese tibio crecimiento, que en su mayor parte proviene del fuerte desempeño exportador de industrias modernas --agricultura, sector automotriz y energía--que cada vez necesitan menos empleados.

En realidad, para muchas personas la luz al final del camino se hace más débil, no más brillante. El desempleo, que se ha mantenido por encima del 10% en los últimos seis años, aumentó del 13,8% en octubre de 1999 al 15,4% en mayo de este año, según el gobierno. La confianza del consumidor, que alcanzó su punto más alto con la elección de Fernando de la Rúa en noviembre de 1999, ha vuelto a bajar al magro nivel del año pasado. Entretanto, las ventas en supermercados y centros comerciales, barómetro oficial del consumo, sufren una declinación desde hace 11 meses.

Las reducciones salariales y el alza de los impuestos tampoco ayudan. Pero son la fórmula que De la Rúa adoptó para contener un déficit fiscal que se descontrolaba cuando asumió la presidencia. Aunque De la Rúa señala justamente que heredó la recesión, se le culpa de prolongarla con su decisión de aumentar el impuesto a los ingresos, además de una reducción salarial del 15-18% a casi 300.000 empleados públicos.

Para entender cómo el país espera superar su desaliento, LATIN TRADE habló con personas afectadas por la recesión en Buenos Aires. Algunas de sus preocupaciones, como comprar un televisor nuevo, son tan cíclicas como la propia economía. Otras, como la de emigrar, seguirán tensando el tejido social incluso después que la economía se haya recuperado. En ambos casos, la lección es la misma: el crecimiento sin creación de empleos no es la receta para la seguridad económica.

ADIOS, MUCHACHOS

Son las 7:30 a.m. Frente al consulado italiano en Buenos Aires, Federico Carreras, de 25 años, espera en fila para repetir a la inversa el arrojado viaje transatlántico que sus abuelos italianos hicieron a principios del siglo XX. Federico nunca ha vivido fuera de la casa de sus padres, nunca ha pisado suelo europeo, pero en noviembre, después de ahorrar durante dos años, tomará un avión con un pasaje de ida a Roma. "Mis abuelos vinieron de Sicilia en 1908 buscando lo mismo que yo busco ahora: un futuro", declara Carreras con angustia. "Si tengo suerte, me enamoraré de una mujer con la que tendré una familia, para que mis hijos no tengan que pasar por lo que yo he pasado".

Carreras no es el único que sueña con una vida mejor en el extranjero. En esta fría mañana de invierno lo acompañan otros 400 adultos jóvenes frente al consulado. Todos esperan estar entre los afortunados a los que se les procesará el pasaporte y la solicitud de ciudadanía en el breve plazo de 8 a 10 de la mañana en que el consulado atiende al público. Para muchos no es el primer intento. Diego, uno de los tantos que ofrece asesoría jurídica frente al consulado a los aspirantes a emigrar, dice: "Las colas siguen creciendo y la gente tiene que llegar cada día más temprano". Hace un gesto de incredulidad mientras mira la fila de una cuadra de largo y las caras largas.

Como la mayoría de los argentinos tienen antepasados europeos, conseguir un pasaporte de la Unión Europea es una especie de póliza de seguro contra el futuro. Pero la emigración en masa, común en las dictaduras, es difícil de explicar en el ambiente político de hoy.

Sin embargo, el deseo de trasladarse al Primer Mundo se ha disparado. Una reciente encuesta de Gallup revela que el 33% de los argentinos de entre 18 y 24 años --la quinta parte de la población--considera seriamente radicarse en otro país. Es el porcentaje más alto desde que se comenzó a hacer este sondeo anual en 1988, cuando Argentina sufría el caos económico de la hiperinflación.

La demanda abruma al personal...

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