?Orden y progreso? Lo que viene despues del presidente brasileno Fernando Henrique Cardoso.

AuthorAmorim, Paulo Henrique
PositionPortada

Nota del Director: Paulo Henrique Amorim, destacado periodista de Brasil, es productor y presentador del programa de entrevistas Conversa Añada (Conversación afilada) y de Uolnews, un canal de noticias en video en el principal portal brasileño, Universo Online. LATIN TRADE le pidió a Amorim que escribiera sobre los retos de Brasil ante un cambio casi completo de gobierno el año próximo.

FERNANDO HENRIQUE CARDOSO deja un legado: la baja inflación es el mejor remedio. Pero no deja instrumentos para que la economía crezca o genere empleos. El 6 de octubre de 2002, los brasileños elegirán presidente, 27 gobernadores, toda la Cámara de Diputados y dos tercios del Senado. También juzgarán los ocho años de gobierno de centroderecha de Cardoso.

Quizá Brasil siga el rumbo de otros países latinoamericanos, donde el reto al neoliberalismo y la globalización ha venido de la centroderecha y no de la izquierda. En México, tras Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo llegó Vicente Fox, no Cuauhtémoc Cárdenas. En Perú, tras Alberto Fujimori llegó/Alejandro Toledo, no Alan García. En Argentina, tras 10 años de Carlos Menem, el Frepaso, el partido de Menem, perdió el poder frente a la Unión Cívica Radical, mucho menos radical de lo que indica su nombre, el partido del presidente Fernando de la Rúa. Irónicamente, De la Rúa le entregó el manejo de la economía a Domingo Cavallo, el cerebro del gobierno menemista. En otras palabras, el perdedor ganó.

Es posible que Brasil vaya contra la corriente latinoamericana y elija a un candidato de izquierda o a alguien opuesto diametralmente a Cardoso. Aun en ese caso, la implacable doctrina de austeridad del Fondo Monetario Internacional limitará al sucesor de Cardoso: no habrá dinero para infraestructura o programas sociales. Por lo tanto, el próximo presidente de Brasil tendrá que aumentar los impuestos o endeudarse (el propio Cardoso duplicó la deuda externa y cuadruplicó la interna en menos de ocho años) o lanzar una radical campaña de privatización. Teniendo en cuenta el reciente racionamiento de la energía, la privatización quizá sea la opción menos popular. Sin embargo, la falta de dinero significa que la privatización debe continuar, aunque no en las empresas eléctricas.

Crisis social. El sucesor de Cardoso también afronta una emergencia social. La crisis de la deuda de los años 80, junto con la globalización en los 90, empeoró los problemas. La privatización no mejoró la distribución de los ingresos ni creó empleos, sino que devastó a la clase media, sobre todo a los burócratas. No mejoró los índices de salud y alfabetización ni alivió la pobreza.

Entretanto, las ciudades brasileñas ahora semejan las urbes sombrías de las películas futuristas. La vida...

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