Un oasis desértico.

AuthorEpstein, Jack
PositionIndustria del turismo ecol

Un ambicioso hotelero chileno quiere que más turistas visiten su palacio en las arenas.

"Si lo construyes, vendrán", decía una voz misteriosa a un granjero en la película Field of Dreams, exhortándolo a levantar un terreno de béisbol para devolver a la vida a jugadores legendarios del pasado.

Una parecida historia de fe ocurre en la región más seca del planeta, al pie de los Andes. En octubre pasado, la compañía explora, que insiste en que la e inicial es en minúscula, abrid un hotel de cinco estrellas y US$20 millones en el desierto de Atacama, con la esperanza de atraer a turistas adinerados al remoto poblado de San Pedro de Atacama, a 2.443 metros sobre el nivel del mar.

"En Chile nadie ha entendido jamás lo que hacemos", dice Germán del Sol, arquitecto de la cadena de dos hoteles. "Todas las compañías turísticas de Santiago decían que nos iríamos a la mina en un año". Del Sol se refiere al primer proyecto de la compañía: una estructura de 30 habitaciones y US$7 millones que se inauguró en 1993, en el parque nacional de Torres del Paine, en los páramos barridos por el viento de la Patagonia. Ahora tiene un índice de ocupación anual del 45 por ciento (en una zona donde el promedio es del 11%) con reservaciones hasta el año 2002.

Una mina de oro. El hotel de Atacama ha comenzado con buen pie al atraer a legiones de turistas de Estados Unidos, España, Brasil, Alemania y Francia. En meses recientes se le ha reseñado en el Discovery Channel y en publicaciones norteamericanas como Condé Nast Traveler, que lo incluyó en su lista de los mejores hoteles del mundo de 1999, el único de toda Latinoamérica.

Los ejecutivos de explora basan sus esperanzas en la popularidad del ecoturismo, el segmento de más crecimiento en la industria turística. En Atacama, ven una mina de oro ecoturística en los lagos salados, las aguas termales, los cráteres, los volcanes de cimas nevadas, los géiseres, las ruinas preincaicas y las elevadas dunas de arena. En la zona abundan los flamencos, guanacos, vicuñas y un tipo de conejo de los Andes llamado vizcacha. "El hotel no es la estrella, sino el lugar", reitera Del Sol.

El arquitecto, que hace poco dejó su trabajo en explora debido a "diferencias de creatividad" con el dueño del hotel, el magnate de los jugos Pedro Ibáñez, fundó el negocio en 1989 con la idea de llevar la comodidad de las instalaciones de cinco estrellas a las regiones más aisladas de Chile.

Del Sol invirtió cinco años en la construcción del hotel de...

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