En nombre de Robert Casey Senior

AuthorMiguel Ángel Jusdado
Pages89-137
III. E   R C 
1. C: F  
Robert Casey escribió un libro donde recoge sus memorias: “Lu-
chando por la vida”. En él se reere a su propia lucha contra la grave
enfermedad que hubo de afrontar, pero al tiempo, dedica un capítu-
lo entero a sus esfuerzos en el partido Demócrata, incluso como Go-
bernador del Estado de Pennsylvania, para luchar contra las políticas
abortistas que, desde Roe vs. Wade, otorgaban a la mujer embarazada la
opción pro choice sin apenas limitaciones en los seis primeros meses de
gestación. A continuación, vamos a extractar algunos párrafos.
Permitidme decirlo directamente: el aborto es la violencia suprema129.
Declaración tan lacónica como contundente. Una idea que no era un prés-
tamo de otro ni -como dicen los anglosajones- Casey le había comprado
a nadie, sea pensador de losofía política o semi especialista en derechos
humanos. No. Era, simplemente, su convicción personal. De esas que tie-
nes grabadas a fuego en la conciencia. Quizá tan grabada como tu propia
existencia y tu experiencia del dolor propio y ajeno.
Es importante destacar que Robert Casey sufrió una enfermedad de
amiloidosis, y aunque no era de las más agresivas, sí pasó unos cuántos
meses con la incertidumbre de no saber si se enfrentaba a una muerte
129 Gov. Robert P. Case y, Fighting for life, “Hard Cases” p.147, Dallas 1996, Word
Publishing
90 Miguel Ángel Jusdado
prematura. En esa época aumentó su sensibilidad y preocupación por
los marginados, jobless, etc.
“Si un niño en el seno materno -el más inocente sobre la tierra- no
está seguro entonces quién lo está? Si nosotros como nación no venera-
mos a ese niño, a esa inocencia, ¿qué nos hará venerar ninguna otra?...
De esta forma los niños son los enemigos naturales de una cultura vol-
cada cada vez más y más sobre el Ego soberano, hasta esconder, negar o
disponer de cualquier cosa que interera con nuestros propios deseos y
caprichos. Esto es particularmente cierto en aquellos niños con especia-
les carencias, los niños no aptos para nuestros parámetros mundanos de
salud, belleza, o general acogida130
En ese relato autobiográco cuyas descripciones combinan tapices
en los que destacan imágenes de su familia, estudios y deporte, bailes
y amor a primera vista, entrecruzadas con su profesión de abogado,
su matrimonio e hijos, hay también reñidas campañas electorales, con
derrotas…y victorias: primero como Senador y luego Gobernador de
Pennsylvania. Y toda esa experiencia, le ha prestado un profundo cono-
cimiento de la política y el Partido Demócrata. Además, la enfermedad
de amiloidosis como telón de fondo, le proporcionaba una perspectiva
más cercana a todos los que sufren, de forma más intensa en su segundo
mandato como Gobernador. Desde esas hondas y ponderadas reexio-
nes, Casey, se enfrenta con el Partido Demócrata y le echa en cara una
suerte de contradicción entre sus principios sociales y la controversia
sobre el aborto.
Dice así: “en un momento dado mi propio partido, otrora entrega-
do a la causa de levantar a los desfavorecidos, hizo suya la idea sobre el
aborto. Todavía podemos oír aquellas mismas expresiones biensonantes:
‘compasión’ ‘justicia social’ ‘igualdad de derechos’. Pero suenan cada vez
más huecas. En el debate sobre el aborto, hay velos nos que ocultan vi-
siones de puro egoísmo. ¿Quién imaginó alguna vez la pancarta ‘igualdad
de derechos’ desplegada sobre la clínica de abortos? ¿Quién esperaba que
alguna vez podíamos incluso pensar que una madre y su hijo tienen inte-
reses opuestos, como rivales en una lucha de poder, y mucho menos que
130 Robert Casey, Fighting for Life, cit. p. 147. La traducción es mía
Derechos civiles en Estados Unidos. Ética, ideologías y cambios de paradigma 91
consagraríamos la idea en una ley? ¿Quién pudo imaginar un debate po-
lítico enfrentando a la madre contra el hijo, como si éste fuera un extraño
y no su misma carne y su misma sangre?131. Y concluye: “cuando líderes
Demócratas abandonan a los niños no nacidos, abandonan la esencia
del Partido Demócrata”132
Casey focaliza el problema en su punto más desgarrador: la mater-
nidad. Y es cierto: seguramente no hay dos seres humanos más unidos,
más aliados naturales en la vida y el amor que una madre y su bebé. Así
se ha visto por la humanidad siempre y en todas partes, y especialmente
por las mujeres… hasta que… en nuestros días, los encontramos aleja-
dos cuando el instinto de la maternidad se vuelve del revés133
A) El tercer hombre y una instantánea
Hace 30 años preparaba yo una intervención en la Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación, y versaba precisamente sobre el aborto des-
penalizado en España. Sería, en efecto, a nales de la década de los ochen-
ta. Sólo recuerdo un argumento que además lo comentaría años después
con algún conocido médico abortista en España. Está sacado del célebre
lm “el tercer hombre” y reproduce el contenido -poco más de 2 minu-
tos- de una escena de la película134. Harry Lime (O.Welles) hace venir a
Viena a un amigo de la infancia Holly Martins (J. Cotten) -hoy dedicado a
escribir novelas- para ofrecerle trabajo. Martins llega a Viena para encon-
trar a Harry, pero enseguida se ve envuelto en un laberinto. Harry ha n-
gido su muerte y entierro, para que la policía deje de buscarle. Se dedica a
vender penicilina adulterada en el mercado negro de una Viena ocupada
por las 4 potencias aliadas. Muchos niños mueren por esa falsa penicilina.
Al nal, Martins consigue entrevistarse con Harry en la noria del Prater.
131 R. Casey, op. cit. pp. 147-148 La traducción es mía
132 Ibídem p. 150
133 Ibídem p. 148
134 Dirigida por Carol Reed, producción británica. Guión de C. Reed, Orson Welles,
Graham Greene. Y estrenada en 1949.

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