Los modelos del dinero endogeno: la evolucion de los modelos monetarios de busqueda.

AuthorHernández, Allan
PositionReport
Pages249(21)
  1. Introducción

    El reto para los monetaristas ha sido --durante largo tiempo-- concebir modelos que puedan fundamentar microeconómicamente muchas de las propiedades deseables del dinero, dentro de un marco conceptual flexible y manejable que a la vez permita realizar análisis de política. No obstante, tal como lo menciona Kocherlakota (2005) parece existir una dicotomía entre estos objetivos, debido a que los modelos de dinero endógeno, si bien hacen explícitas las fricciones que permiten la aparición del dinero, no toman en cuenta diversos aspectos macroeconómicos. Por su parte, incluso si los modelos menos explícitos facilitan el tratamiento de fenómenos macroeconómicos como la inflación y la oferta de dinero, dejan de lado aspectos teóricos relevantes.

    Sin embargo, en los últimos años se han presentado significativas contribuciones teóricas que pretenden brindar un riguroso marco conceptual para el entendimiento de los principales aspectos de una economía con dinero, como la inflación, los regímenes cambiarlos, la existencia de los bancos, la multiplicidad de activos financieros, entre otros. De acuerdo con Wright (2005), a partir de la conferencia "Modelos de Economías Monetarias" organizada por la Reserva Federal de Minneapolis y la Universidad de Minnesota en 1978, la teoría monetaria giró su atención hacia los distintos aspectos que justifican la existencia del dinero en una economía de intercambio. En particular, se brindó especial énfasis al tema de la endogeneidad del dinero, es decir, al surgimiento natural del dinero en el intercambio y no como producto de una imposición externa (1).

    Estos trabajos, y posteriores contribuciones plantean la premisa de que antes de concebir una teoría del dinero endógeno debe analizarse el origen de su necesidad. Esto por cuanto en una economía como la propuesta por Arrow y Debreu, se intercambia sin dinero, todos los mercados se aclaran y el equilibrio alcanzado es óptimo en el sentido de Pareto. Sería lógico entonces, preguntarse qué justifica la existencia del dinero; una respuesta que podría encontrarse en las diferentes fricciones que se presentan en el intercambio y que un modelo de equilibrio general ignora. De hecho, según Wallace (1998), los distintos modelos monetarios existentes podrían clasificarse dependiendo de si éstos se distancian del entorno o del concepto de equilibrio propuesto por un modelo estándar de equilibrio general.

    Dado que en los modelos de equilibrio general siempre se transan bienes por bienes, éstos objetos no deben tener ninguna propiedad más que la de formar parte de la canasta de consumo del agente que los recibe. Por el contrario, de acuerdo con Wallace (1980), existen dos características indispensables que debe cumplir un objeto que se utilice para aliviar --parcial o totalmente-- las fricciones propias del intercambio en una economía con un gran número de agentes y bienes. La primera de ellas es la inconvertibilidad, la cual implica que cualquier agente que acuña "dinero" no recibe ningún bien distinto a cambio. La segunda es la carencia de valor intrínseco, la cual significa que ningún individuo deriva satisfacción de su consumo directo. Así las cosas, un individuo estaría dispuesto a entregar un bien del cual deriva utilidad por "dinero", solamente si espera que otro individuo en el futuro esté dispuesto a intercambiar "dinero" por bienes a la tasa apropiada.

    Así, el asunto crucial radica en construir economías artificiales con propiedades semejantes a las de una economía real, en donde el dinero fiable (2) tenga un precio positivo en equilibrio. Es decir, un entorno en donde todos los agentes siempre aceptan dinero a cambio de un bien, a los precios vigentes. La literatura ha intentado lo anterior de diversas maneras: suponiendo que el dinero es otra mercancía de la cual el individuo deriva utilidad, imponiendo costos de transacción en el intercambio --que inducen su demanda (3), considerándolo como un activo para intercambiar recursos intertemporalmente, o como un instrumento para evitar el problema de la doble coincidencia de deseos introducido por Jevons (1875).

    Considerar al dinero como otra mercancía da lugar a los modelos que lo incorporan como argumento en la función de utilidad, mientras que el motivo transacción constituye el pilar fundamental de los modelos neoclásicos de pago anticipado. A su vez, la utilización del dinero como depósito de valor para intercambiar bienes entre períodos es la clave en los modelos de generaciones traslapadas, y las fricciones que aparecen en mercados espacialmente separados constituyen la razón de los modelos de autopista y búsqueda.

    Debido que bajo un esquema estándar de equilibrio general es imposible que un objeto que funja como dinero fiable tenga valor, la mayoría de los modelos se apartan de este esquema, ya sea proponiendo un ambiente distinto, una forma alternativa de alcanzar el equilibrio, o ambos. Los modelos de dinero-mercancía y los que suponen costos de transacción se desvían solamente del ambiente propuesto por un modelo de equilibrio general, mientras que los modelos de pago anticipado sólo presentan un concepto diferente de alcanzar el equilibrio. A diferencia de los anteriores, la mayoría de los modelos de dinero endógeno difieren tanto de los supuestos con los que se construye la economía, como de la forma de alcanzar el equilibrio (Wallace, 1998).

    Las dos primeras clases de modelos suponen ex ante que el dinero existe y los individuos lo utilizan en sus transacciones, mientras que los modelos de búsqueda, autopista y generaciones traslapadas establecen un mecanismo que propicia su aparición endógena. De esta manera, en los modelos de pago anticipado y de dinero-mercancía, el investigador debe imponer exógenamente las características de los distintos activos con respecto a cuáles contribuyen a la satisfacción del individuo, cuáles tienen un menor costo de transacción, o cuáles tienen un mayor retorno.

    De conformidad con lo anterior, la existencia de modelos endógenos es indispensable para analizar de manera rigurosa los aspectos básicos del dinero que dan origen a la gran gama de fenómenos monetarios existentes en la actualidad, y que son imposibles de tratar con modelos que lo imponen exógenamente.

    El presente artículo cuenta con cinco secciones --cluyendo la presente introducción-- distribuidas de la siguiente manera. La sección II presenta brevemente los modelos neoclásicos de dinero exógeno y sus limitaciones para justificar rigurosamente las implicaciones monetarias que se derivan de éstos. Por su parte, la sección III introduce los elementos distintivos de los modelos de dinero endógeno que hacen posible la valoración positiva del dinero fiable en equilibrio. Para ilustrar lo anterior se presentan los tres tipos más conocidos: los modelos de generaciones traslapadas, los modelos de autopista y los modelos de búsqueda. Precisamente, con respecto a éstos últimos se presenta la evolución que han tenido en el tratamiento de una gran cantidad de fenómenos monetarios. Finalmente, la sección IV presenta las principales conclusiones e implicaciones de política.

  2. Los modelos neoclásicos de dinero exógeno

    La piedra angular de estos modelos es la consideración de que el dinero entrega un servicio de transacción que puede o no ser incorporado en la función de utilidad del individuo. No obstante, si el dinero se incorpora como argumento de la función de utilidad --o producción-- se viola explícitamente el principio de inconvertibilidad y falta de valor intrínseco, ya que supone que el individuo puede derivar satisfacción por consumirlo directamente (4), o que éste tiene un valor como insumo en la producción. Sin embargo, algunos autores como Hansen (1970) y King y Plosser (1984) han argumentado que el dinero presta un servicio transacción del cual el individuo obtiene satisfacción; lo cual puede ser rebatido si se considera que es su utilización en el intercambio la que deriva utilidad y no su tenencia, o que dicha utilidad es espuria y se encuentra contabilizada en la satisfacción que el agente obtiene del bien que consume.

    La forma alternativa de justificar la existencia del dinero en esta clase de modelos es considerar explícitamente los costos de transacción en el intercambio. Así, Baumol (1952) y Tobin (1956) introducen el motivo transacción como la razón fundamental para la circulación del dinero en una economía. Según estos, el dinero tiene la propiedad de liquidez de la cual carecen otros activos, por lo cual, aunque su retorno es menor, los individuos lo demandan o mantienen, ya que entrega un flujo de servicios en el intercambio. Esta idea fue generalizada por Clower (1967) en su modelo de pago anticipado, el cual impone una restricción de liquidez a los individuos para realizar las compras que desean en cualquier momento del tiempo. Una ampliación de éste último fue hecha por Lucas y Stokey (1987), quienes le introducen dinámica e incertidumbre considerando que los individuos maximizan su consumo en un horizonte infinito o aleatorio, el cual no pueden prever con exactitud. De acuerdo con este esquema, el agente siempre debe tener dinero a la hora de realizar una transacción, excluyendo así otras posibilidades como el crédito y los seguros.

  3. Los modelos de dinero endógeno

    Si bien es cierto un modelo de dinero exógeno es útil para analizar fenómenos macroeconómicos conexos al dinero como la inflación, la oferta monetaria, y la relación entre el dinero, el producto y el empleo, entre otros; no permite analizar aspectos intrínsecos del dinero como instrumento de intercambio debido a que éste se impone exógenamente. De ahí que sea indispensable contar con modelos del dinero endógeno para formalizar los conceptos generales y profundizar en el estudio de nuevos fenómenos monetarios. En la literatura se pueden encontrar diversos tipos de modelos, dentro de los que destacan los modelos de generaciones traslapadas, los modelos de autopista y los modelos...

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