¿UN MERCADO DE SELVA VIRGEN?

AuthorEllison, Katherine
PositionParticipaci

Inversionistas, compañías y ambientalistas usan los árboles para protegerse del calentamiento global.

Jay Pruett dedicó el año pasado US$5,4 millones en fondos de su compañía a plantar un bosque en Brasil. No planea talarlo en el futuro, pero sí poner esos árboles a trabajar.

Pruett, director de servicios ecológicos de Central & South West Corporation, una compañía de Dallas, cuenta con una función natural de los árboles: absorber el dióxido de carbono que producen los animales, las fábricas y los automóviles, y liberar oxígeno a la atmósfera. Pruett aprovecha un mercado incipiente que se extiende desde San José, Costa Rica, hasta Sydney, Australia, que trata de asignar un precio a la tonelada de dióxido de carbono procesada por los árboles.

El origen de este mercado está en los cambios climáticos causados por la quema incontrolada de combustibles fósiles, que liberan dióxido de carbono y otros gases que provocan el efecto invernadero.

Los líderes empresariales, especialmente en empresas de energía que emiten una gran cantidad de CO2, prevén la implantación de leyes que limiten las emisiones de sus compañías, a la vez que conceden créditos por la reducción de otras emisiones. Estas "compensaciones" pueden incluir medidas como mejoras en la eficiencia de otra firma o en inversiones en bosques. El interés, según un asesor, ha aumentado significativamente en los últimos 18 meses, y algunos ejecutivos ya negocian acuerdos con dueños de bosques.

"No es altruismo", dice Pruett, refiriéndose a la inversión de su firma, en marzo de 1999. "Nos interesan las compensaciones y pensamos que si nos adelantamos podríamos recibir uno de los mejores proyectos al precio más bajo".

No cabe duda que también está presente el beneficio de una publicidad positiva, en medio de la preocupación por los peligros del calentamiento global. Los científicos han pronosticado que si las cosas siguen como van el calentamiento producirá una elevación del nivel del mar, tormentas devastadoras y epidemias de mosquitos en las próximas décadas.

El nuevo interés en las selvas como arma contra el calentamiento global anuncia posibles beneficios para América Latina, donde está el 40% de los bosques del mundo, en momentos que cada año se pierden alrededor de 42 millones de hectáreas de bosques. Sin embargo, convertir la fotosíntesis en un producto básico negociable es controversial. Importantes grupos ambientalistas están divididos sobre si al final ayudará o perjudicará al planeta, a pesar de la perspectiva sin precedentes de contar con miles de millones de dólares en inversión para bosques.

Inversionistas en marcha. En los últimos años, grandes empresas de energía de Estados Unidos, Europa, Canadá y Japón han invertido US$75 millones en plantar o preservar árboles que no se pueden talar, dice Mark Trexler, asesor de estrategia climatológica que estudia los acuerdos. Más de la mitad de esas transacciones corrieron a cargo de The Nature Conservancy, una organización de fines de lucro de Virginia.

Se han puesto en marcha planes para negociar créditos de dióxido de carbono en intercambios internacionales o por Internet. Los analistas dicen que el mercado podría mover US$100.000 millones en los próximos años. Los acuerdos se hacen sin ninguna garantía ni un rendimiento concreto de la inversión.

El proyecto sudamericano de Pruett es un ejemplo. Preocupado por los rumores de medidas más estrictas para contrarrestar los cambios climáticos, Pruett comenzó a investigar hace tres años las compensaciones por reducción de emisiones de dióxido de carbono. The Nature Conservancy le dio una lista de 15 proyectos forestales, de los cuales escogió un plan para comprar unas 6.900...

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