La ley y el orden: el sistema judicial de América Latina está marcado por la corrupción y la incompetencia; incluye artículos relacionados.
Author | Otis, John |
Position | TT: Law and order: Latin America's judicial system is marked by corruption and incompetence; includes related articles - Cover Story |
Los tribunales y los jueces se mueven a paso de tortuga. Nunca ponen al día la
acumulación de casos que crece a diario. Cuando se llega a un fallo, muchas
veces no es justo. El resultado es una gran desconfianza hacia el sistema
judicial en América Latina.
"Se piensa que el sistema está totalmente corrupto", comenta Rubén Rótulo,
gerente general de Hewlett-Packard en Caracas. "No creo que haya un sistema
judicial independiente en Venezuela ni en el resto de Latinoamérica".
El Banco Mundial, en un informe presentado en una reciente conferencia en Río
de Janeiro, fue más lejos: "En general, en la mayoría de los países de la
región el sistema de tribunales (tanto civiles como penales) ha sufrido una
gran ineficiencia, retrasos que han provocado aumento de costos, falta de
transparencia... extendida corrupción, imposibilidad de pronosticar el
resultado de los casos y, en ciertas ocasiones, interferencia política en las
decisiones judiciales por parte del poder ejecutivo.
Una encuesta realizada el año pasado entre miembros de la Asociación de
Cámaras de Comercio Americanas mostró una desconfianza significativa hacia la
capacidad de los jueces para emitir fallos rápidos e imparciales en países
como Brasil, Colombia, Guatemala, México, Perú y Venezuela (ver tabla
adjunta).
La situación existe desde hace décadas, pero ahora que la democracia impera en
la región, parece más irritante. Un sistema judicial honesto e independiente,
señalan los electores disgustados, debe formar parte de la oferta democrática.
Para las empresas que contemplan nuevos negocios, el espectro de las
infracciones jurídicas "aumenta el costo", dice Roberto Bottome, editor del
boletín caraqueño VenEconomy. "Es un factor decisivo... ¿Cómo cuantificar
inversiones que no se produjeron?"
Sin duda, al permitir que sus tribunales se deterioraran, los gobiernos han
minado su cruzada por la modernización económica y la inversión foránea. Es
como equipar una fábrica con la maquinaria más moderna y olvidarse de
contratar guardias de seguridad. Como consecuencia, muchos legisladores,
grupos de vecinos e instituciones como el Banco Mundial demandan una
renovación. Aunque sean costosas y controversiales, las reformas son
indispensables. Los analistas señalan que un nuevo y renovado sistema judicial
debe alentar a las sociedades justas y a los mercados emergentes.
Papeles son papeles. En las telenovelas venezolanas, los delincuentes
comparecen ante tribunales imaginarios donde los jurados pronuncian veredictos
rápidos e imparciales. Un congresista de Caracas se lamentaba hace poco: "Si
los tribunales de la vida real funcionaran tan bien como los de las novelas".
En realidad, funcionan más bien como en la época de Simón Bolívar. Muchos
códigos jurídicos latinoamericanos, copiados de antiguas legislaciones
francesas, españolas e italianas, ni siquiera permiten los juicios con jurado.
En su lugar, magistrados todopoderosos investigan, entrevistan a testigos,
sopesan las pruebas y emiten las decisiones.
Para las colonias remotas, esos procedimientos podrían haber sido suficientes.
Pero en una época de expansión demográfica, alto índice de delincuencia,
comercio mundial y complejas disputas internacionales, han causado grandes
cuellos de botella.
American Airlines perdió unos US$30 millones cuando el gobierno venezolano
impuso medidas de control monetario en 1995. La aerolínea presentó una
querella y los abogados dijeron que el resultado del caso era obvio. Pero
debido a los retrasos y a las presiones políticas en el Tribunal Supremo, el
fallo final podría tardar años.
Pizza Hut fue a los tribunales hace nueve años para obligar a la cadena
colombiana 'Pizza Hot' a cambiar su logo, muy similar al de la cadena
estadounidense. Pero debido en parte a la falta de experiencia de los jueces
en materia de derechos de propiedad intelectual, no se espera un veredicto
hasta dentro de cinco años. Y los abogados argentinos no bromeaban del todo
cuando dijeron que el peso de la acumulación de casos podría causar daños
estructurales a los edificios de los tribunales.
"El sistema está saturado", afirma Haibert Méndez, director jurídico de la
Cámara de Comercio de Bogotá. "¿Cuál es el costo en términos económicos de un
veredicto que se podría haber emitido hace dos años y medio? ¿Cuántos
problemas habrá si uno no puede cumplir sus contratos?"
GTE Corp. en Venezuela trató de encausar a un suministrador por penetrar
ilegalmente en un banco telefónico y hacer llamadas de larga distancia por un
total de US$600.000. Pero el año pasado hubo dos huelgas de empleados de
tribunales y el juez se ha mostrado renuente a escuchar el caso.
"Vamos a tener que olvidarnos de los tribunales y acudir a personas que tienen
una fuerte relación con el suministrador. Tenemos que utilizar la presión
comercial para resolver la situación", dice Doug Mullen, ejecutivo de GTE.
En Brasil, la causa de la congestión es el cambio constante de las leyes, la
falta de observación del precedente legal y un sistema de apelaciones de
varios niveles. "Si uno no tiene un buen abogado defensor, el caso se puede
aplazar cinco, seis, siete años, o quizá para siempre", dice David Fleisher,
profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brasilia.
Los cuellos de botella en el sistema penal han dejado fuera del sistema
judicial a cientos de miles de delitos violentos. Las abrumadas autoridades
colombianas investigan sólo uno de cada tres homicidios, según un estudio
publicado por la Universidad de Los Andes en Bogotá.
Un nuevo informe del Banco Mundial indica el impacto de la creciente impunidad
en la región. El estudio calcula que el crimen le cuesta a América Latina el
2% de su Producto Interno Bruto (PIB) anual, debido a la pérdida de
inversiones y al dinero gastado en la ley y el orden.
Los sospechosos arrestados pueden pasar años en la cárcel antes de ver a un
juez.
De los 25.639 presos de Venezuela, sólo 6.513 han sido sentenciados. El caos
en los tribunales de Honduras causó que un hombre, erróneamente acusado de
robar lápices de colores, pasara 17 años tras las rejas.
"Necesitamos nuevos jueces para descongestionar los tribunales", dice Carmen
Marina Dávila, jueza de un tribunal de apelaciones en Caracas, mientras apunta
hacia los sumarios legales que alcanzan un pie de altura en su escritorio.
"Humanamente, no podemos manejar todos estos caso".
¿Los más brillantes? Pero hay pocos incentivos para que los abogados
talentosos se hagan jueces. Excepto los magistrados de los tribunales
superiores, los empleos judiciales generalmente ofrecen salarios de miseria,
condiciones de trabajo degradantes y poca reputación.
Los gobiernos estatales de Brasil no consiguieron llenar las 1.900 plazas de
jueces el año pasado debido a la baja escala salarial. En Guatemala todavía se
usa la máquina de escribir y el lápiz, y los registros se compilan en enormes
legajos escritos a mano. En México, "apenas un tribunal de la capital tiene
computadora", dice Robert Genis, abogado que representa a importantes empresas
norteamericanas y europeas.
La cámara del juez caraqueño César Augusto Montoya parece un rastro de
artículos de segunda mano. Contra las paredes se amontonan máquinas de
escribir rotas y montañas de legajos polvorientos atados con cuerdas. Faltan
los paneles del techo y las bombillas de la luz están fundidas. La única señal
de majestad es la bandera venezolana, que Montoya compró con dinero de su
bolsillo.
Todavía más desmoralizador para los jueces respetuosos de su labor es que a
tantos colegas los hayan nombrado al cargo por sus conexiones políticas. En
los últimos cinco años, las dos terceras partes de los magistrados en
ejercicio en Venezuela fueron nombrados sin ir a oposición, según PROVEA,
grupo caraqueño de defensa de los derechos humanos.
Cuando el presidente Alberto Fujimori hizo una depuración en los tribunales
peruanos en 1992, nombró a una legión de magistrados temporales. Sin embargo,
la falta de permanencia en el cargo produce jueces dóciles y el resultado,
según una comisión de juristas patrocinada por Estados Unidos, fue "erosionar
gravemente, cuando no eliminar, la independencia institucional de los
tribunales civiles".
Al declinar la integridad de los tribunales, el soborno proliferó. El abogado
caraqueño Rafael García recuerda que un juez le pidió US$42.000 para fallar a
favor de uno de sus clientes. Al final el juez fue despedido, pero García dice
que el cohecho se ha abierto paso hasta todos los niveles del sistema.
Los abogados suelen dar dinero a los empleados de los tribunales para
garantizar que sus casos no se pasen por alto. Con unos cuantos billetes
también se pueden eludir las largas colas en la entrada del principal tribunal
de Caracas y llegar hasta uno de los dos ascensores que funcionan. Los
guardias de las prisiones han cobrado a los reclusos venezolanos hasta US$22
por un asiento en el autobús para acudir a sus citas en el tribunal.
Pese a los escándalos y a los titulares sensacionalistas, muchos jueces son
funcionarios públicos honorables, y algunos hasta mártires. La muerte de 290
jueces colombianos, abatidos a tiros en los últimos ocho años por su intento
de procesar a los narcotraficantes, es un testimonio de su dedicación y
probidad, dice Antonio Suárez Niño, presidente del sindicato de empleados
judiciales de Colombia.
Pero a los estudiantes de Derecho más brillantes de Latinoamérica los atrae
invariablemente el prestigio y los ingresos de la práctica privada, apunta
Guillermo Bolinaga, un director de Primero Justicia, grupo defensor de la
reforma jurídica en Caracas.
"Los estudiantes más brillantes trabajan en bufetes o como asesores jurídicos.
Los peores estudiantes van al sistema judicial".
A la reja. Cuando los déspotas latinoamericanos cedieron su puesto a
gobernantes democráticos, hasta los gobiernos inclinados a la reforma no
prestaron atención a los deteriorados sistemas jurídicos que habían heredado.
"Las democracias han estado mucho más interesadas en...
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