La locura de Henry Ford.

AuthorA. Dempsey, Mary
PositionTT: Henry Ford's madness.

El fracaso en Brasil del pionero del automóvil, ¿servirá para atraer turistas?

Un sendero largo y frío lleva a las casas de tabla donde persianas verde oscuro protegen el interior del ardiente sol. Los pequeños jardines están llenos de flores; los pinos dan una sombra aromática. En las aceras sobresalen tomas de agua con la marca de un fabricante de Michigan.

Parece una comunidad de cabañas en los Grandes Lagos, pero estas casas están en lo profundo de la selva amazónica de Brasil. El pueblo, Belterra, y su hermana aún más remota, Fordlandia, son lo que queda del intento del magnate del automóvil Henry Ford de convertirse en un barón del caucho.

Con el propósito de romper el monopolio asiático-holandés del caucho en la década de 1920, Ford convenció a las autoridades brasileñas de que podía causar un auge del caucho como el que había impulsado la economía del país sudamericano en el siglo XIX. En una extensión de poco más de un millón de hectáreas en la Amazonia, el magnate del automóvil cultivó plantaciones de caucho donde antes sólo se explotaba el caucho silvestre. El experimento fue un fracaso colosal y durante 60 años las autoridades no supieron qué hacer con las instalaciones.

El futuro del pueblo de 15.300 habitantes, dice Chardival Pantoja, nacido en Belterra hace 60 años, es el turismo. "Tiene un gran potencial. Dos terceras partes de la Floresta Nacional de Tapajós está dentro de los límites del municipio. Son 400.000 hectáreas", dice Pantoja, secretario de Turismo y Medio Ambiente de Belterra. "Es hermoso. Espectacular".

Menciona el atractivo de la flora y la fauna y señala que la zona tiene "45 kilómetros de playas, donde el agua es a veces de color azul brillante y otras de verde esmeralda". El ángulo estadounidense, por supuesto, le añade interés a la promoción turística.

Cuando Ford selló su acuerdo con Brasil, nunca había visitado Sudamérica. Pero negoció un arreglo que le dio la tierra, así como protección policial y entrada sin aranceles de todos los equipos y suministros. A cambio, prometió entregar el 9% de las ganancias a los gobiernos locales y nacionales después de 12 años.

En agosto de 1928 partieron de Michigan varias barcazas, y cuatro meses después, descargaron en las márgenes del río Tapajós, infestadas de malaria, lanchas de motor, una excavadora de vapor, un martinete, tractores, una locomotora, máquinas de hacer hielo y canastas de comida, junto con viviendas prefabricadas y un aserradero. La nueva firma de...

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