El paraíso isleño de Brasil.

AuthorLuxner, Larry

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La sola mención de las palabras "Fernando de Noronha" para la mayoría de los brasileños provoca la aparición de una expresión de ensueño, casi celosa, en sus rostros. Noronha, una pizca de paraíso en medio del Océano Atlántico, está irremediablemente aislada, tanto geográfica como económicamente, excepto para un puñado de los 185 millones de habitantes del país.

Ubicada a 340 kilómetros de la costa del puerto norteño de Recife, el archipiélago de Fernando de Noronha alberga algunas de las playas brasileñas más bellas, así como una de las colonias de delfines más grandes del mundo. Buscada por su privacidad y belleza natural, la isla principal es también cara para vivir; la pobreza extrema que se ve en otros lugares de Brasil es virtualmente inexistente y la mayoría de las familias aquí poseen automóviles y acceso a Internet.

Las autoridades locales guardan celosamente este paraíso isleño y su sensible ecosistema. En el diminuto aeropuerto, los visitantes que llegan reciben bolsas de basura de plástico y deben inscribirse en una base de datos digital conocida como NoronhaNet. El sistema informático permite que los guardias controlen la cantidad de turistas que se encuentran en la isla, su procedencia y lugar de alojamiento. Está prohibido dormir en la playa y cualquier persona que lo haga corre el riesgo de recibir una multa importante.

Apenas pasando el pequeño puerto pesquero de Noronha y su única estación de servicio, se puede encontrar una galería de arte destartalada conocida simplemente como Airfrance. Desde este punto, un camino de gravilla conduce a un promontorio solitario, lo más cerca que se encuentra Brasil de África. Aquí, en latitud 3[grados] 54' S y 32[grados] 25' O., uno está más cerca de Dakar, Senegal, que de Silo Paulo.

Pero uno nunca lo sabría porque Noronha es brasileña hasta la médula. Descubierta por Américo Vespucio en 1503, las islas del archipiélago forman un municipio especial del estado brasileño de Pernambuco.

Hay solamente un banco para los 3,000 residentes permanentes de Noronha, una sucursal del Banco Real, completa con cajero automático y todo. Desde allí, hay una corta caminata al Bar do Cachorro, donde los jóvenes bailan hasta las 2 de la madrugada, al son fuerte y explosivo del forró, la música country brasileña. Exactamente 72 pasos cuesta abajo hacia la arena prístina de Praia do Cachorro, hay también un punto ideal para la práctica del windsurf.

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El rasgo más...

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