Viaje a las estrellas: el invento del astronauta costarricense Franklin Chang Díaz podría llevar al primer hombre a Marte.

AuthorPosada-Swafford, Angela
PositionBiograf

En octubre de 1957, cuando el satélite Sputnik pasó por encima de San José de Costa Rica, Franklin Chang Díaz estaba encaramado en un árbol de mango viendo con asombro la nueva luna hecha por el hombre. Tenía siete años. Al día siguiente construyó su primer cohete con cajas de cartón, y supo que su futuro estaba en el espacio, algo notable pues en ese entonces ningún humano había entrado en órbita.

Casi cinco décadas después, Chang Díaz no sólo es uno de los dos astronautas con más vuelos en los transbordadores de la NASA--siete--, sino que fue el primer hispano en ingresar a la agencia espacial, y como si fuera poco, es el inventor de un revolucionario motor de cohete que compite con otros para llevar la primera misión tripulada a Marte.

Que no hablara inglés y viviera en mi país donde no existía un programa espacial. ni siquiera la opción de convertirse en piloto militar, eran obstáculos menores para el joven, cuyo abuelo emigró de China a Costa Rica a comienzos del siglo pasado. Un buen día, al graduarse de la secundaria, resolvió tronar los US$50 que había ahorrado en nueve meses y emigró a EE.UU., a casa de unos parientes en Connecticut. Persiguiendo su meta con cálculo matemático, aprendió el idioma escogiendo amigos que no hablaran español, y después logró obtener una beca para entrar a la universidad, sólo para descubrir que todo había sido un error. "El primer día de clases me dijeron: 'lo sentimos mucho. No le podemos dar la beca porque usted no es nacido en EE.UU. Pensamos que era de Puerto Rico, no de Costa Rica' ", recuerda Chang Díaz. Pero el bochorno por el error fue suficiente para que finalmente la Universidad de Connecticut se la otorgara.

De ahí en adelante su carrera cobró propulsión a chorro. Consiguió trabajo en el laboratorio de física de la universidad, y en 1977 le dieron la ciudadanía porque los temas en que estaba trabajando con el Massachusetts Institute of Technology en Cambridge--en donde hizo un master y un doctorado en física del plasma--"eran un poco secretos". Para entonces laboraba en el respetable Laboratorio Draper. "Trabajábamos en la producción de un reactor de fusión que algún día nos dieta potencia eléctrica para eliminar el problema energético. Pero yo pensaba que estos estudios de plasma, un gas supercaliente, tendrían que tener una gran relevancia para la propulsión de naves especiales", dice Chang Díaz.

Fue entonces cuando la NASA empezó a poner anuncios en los periódicos buscando grupos de...

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