Gas que nos integra al mundo: mensaje del presidente de Bolivia Carlos D. Mesa Gisbert.

Contar con cerca de 55 trillones de pies cúbicos de reservas probadas y probables de gas, no solo convirtió a Bolivia en la nación sudamericana con mayores reservas de este energético después de Venezuela, sino que agudizó las posiciones internas que derivaron en la crisis de octubre de 2003 y el comienzo de mi responsabilidad como presidente constitucional del país. El debate sobre el modelo económico que aplicó América Latina desde fines de los ochenta y la evaluación de los resultados de las gigantescas privatizaciones realizadas entonces, se mezcló en nuestro caso con la reivindicación histórica de nuestro enclaustramiento y las perspectivas de exportación del gas boliviano por el Pacifico.

La fuerte oposición a la venta del gas y a su salida por un puerto chileno fueron el detonante de la aguda crisis política y social que nos obligó a reformular muchas de las premisas que parecían indiscutibles hace menos de un quinquenio. El primer desafío era destrabar el gas de manera inequívoca y evitar que el resultado fuese dejarlo por un tiempo letalmente largo debajo de la tierra. El único camino posible para conseguirlo era asumir el riesgo mayor, dejar la decisión en manos del pueblo boliviano, para que se supiera sin interpretaciones intencionadas cuál es el camino a tomar. Era una apuesta llena de dificultades pero inevitable, por el nivel de presión y violencia que provocó el cambio de rumbo y sobre todo porque la acumulación histórica de demandas legitimas de cambiar una democracia de pactos cada vez más alejada de la gente, exigía la inclusión de mecanismos claros de democracia participativa, el más poderoso de ellos la institución del referéndum vinculante.

En los nueve meses de gobierno que mediaron hasta la realización del referéndum tuvimos que trabajar en un escenario muy complejo, con fuertes presiones de minúsculos pero eficientes grupos liderados por dirigentes sindicales y sociales radicalizados que pretendieron decirle a los bolivianos y a la comunidad internacional que el país iba en la ruta de mayor inestabilidad y en la de posiciones ultristas expresadas sobre todo en la idea de la nacionalización radical de los hidrocarburos por la vía de la expropiación o la confiscación de los bienes de las empresas petroleras, que en los años noventa hicieron inversiones que multiplicaron diez veces nuestras reservas de gas, merced al mecanismo de la capitalización.

El proceso de entonces tuvo la virtud del crecimiento de las reservas...

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