El imperativo de la innovación, mañana.

AuthorGutiérrez, Santiago

Los latinoamericanos tienen ese molesto hábito de llegar tarde. No a las citas, cosa que todavía algunos hacen, sino a la adopción de prácticas de negocios que son cruciales para dar el salto a un nuevo nivel de desarrollo. ¿Quiere pruebas?

Los economistas nos han dicho durante décadas que una firma capitalista en un mercado competitivo está sujeta a un imperativo de crecimiento, ya que la incertidumbre respecto de las ganancias en un escenario sin expansión toma bastante sombrías las perspectivas de las empresas en el corto plazo, y la probabilidad de caer en bancarrota sube significativamente en el largo plazo.

En otras playas, quienes investigan sobre empresas han repetido ad nauseam que la innovación está en el corazón mismo del crecimiento. Los CEO de los mercados desarrollados están convencidos de eso a esta altura. Por tal motivo, una reciente encuesta de PwC muestra que 75 por ciento de los presidentes de grandes compañías privadas de Estados Unidos dan prioridad a la innovación y el crecimiento como sus más altos objetivos empresariales.

Vayamos ahora al sur. Latinoamérica y el Caribe obtienen bajas calificaciones en innovación. No es una percepción, sino un hecho cuantificable. El índice Global de Innovación 2014, que mide 81 elementos que afectan la innovación en 143 países, coloca el puntaje promedio para América Latina en 32,9. Es algo mejor que el del África subsahariana (30,7) pero está dramáticamente por debajo del de Estados Unidos (60,1).

A veces, los promedios ocultan graves disparidades, y tal es el caso de la innovación en la región. Un sondeo del Banco Interamericano de Desarrollo muestra que solo 23 por ciento de las grandes compañías latinoamericanas invierten en investigación y desarrollo, pero peor aún, la cifra es diez veces mayor que la de las pequeñas y medianas empresas. Es verdad que hay casos en los que es aconsejable evitar la innovación. Por ejemplo, cuando no hay competidores, o cuando los competidores son pésimos innovadores también. Esto se parece bastante a la Latinoamérica protegida de gran parte del siglo pasado. Pero no ahora que la competencia ya ha desembarcado y está bien establecida en tierra firme. Por ejemplo, los contratos otorgados a firmas chinas en la última década en la región suman casi US$40.000 millones, y la inversión extranjera directa otros US$70.000 millones.

Sin duda, los gobiernos pueden ayudar a los innovadores empresariales, pero en realidad esa es una tarea para el sector...

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