Imán de turistas.

AuthorGalanternick, Mery
PositionDevaluaci

Desde la devaluación, el sector turístico de Brasil ha despegado, y Salvador de Bahía recoge los dividendos.

En 1991, solo seis vuelos internacionales aterrizaban semanalmente en Salvador de Bahía, la cuarta metrópoli de Brasil, en el estado nordestino de Bahía (población: 2,5 millones). Hoy, 34 vuelos internacionales llegan cada semana al aeropuerto Luís Eduardo Magalhaes.

El aumento se debe a que Salvador, como muchas otras ciudades brasileñas, disfruta de la reciente expansión del turismo.

El año pasado, 4,8 millones de extranjeros visitaron Brasil, 65% más que en 1997. Según la Organización Mundial de Comercio, Brasil tuvo el año pasado el mejor desempeño de toda América Latina en el sector turístico. El número de visitantes creció el 10%, frente al 9% de Bolivia, el 9% de Perú y el 7% de Argentina.

Desde que el gobierno devaluó el real en enero se ha duplicado la cantidad de turistas que visitan el país, según Embratur, la agencia turística estatal. En el primer trimestre aterrizaron en Brasil unos 870 aviones fletados con visitantes extranjeros, mientras en el mismo período del año anterior la cantidad de aviones fue de 493. Aunque la mayor parte de los vuelos provinieron de Argentina, más europeos y norteamericanos van a Brasil, aprovechando las gangas de la devaluación.

Tampoco se dirigen solamente a Río de Janeiro. Salvador, 1.200 kilómetros al nordeste de Río, recibió 350.000 visitantes extranjeros el año pasado, en comparación con 144.000 de 1993.

Paulo Gaudenzi, ministro de Turismo de Bahía, dice que el incremento se debe más a los recientes esfuerzos por revitalizar la ciudad que a la devaluación del real. "Las ofertas de verano se vendieron antes de la devaluación", afirma.

A las puertas del cielo. En efecto, en los ocho años pasados, el estado ha inyectado US$1.500 millones al sector turístico. La mitad de esa suma se destinó a remozar la ciudad: se construyeron vías de acceso a playas casi vírgenes, se mejora el alcantarillado para evitar la contaminación de los ríos que cruzan la ciudad, y se agranda el aeropuerto.

Eso no es todo. El gobierno está en la fase final de una obra de US$60 millones para renovar 350 edificios coloniales en Pelourinho, el centro histórico de la ciudad que fue capital de Brasil de 1549 a 1763. La UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, pero hasta hace poco, el lugar estaba minado por las drogas y la prostitución. Ahora la ciudad está limpia, bien iluminada y es más segura que otros destinos...

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