Hacia un nuevo lider: el lider dinamizador.

AuthorRuiz Gonz

ABSTRACT

The subject of leadership is always intensely controversial. Of the many styles of leadership, the modern company is creating a motivating, audacious and self-sufficient leader, the energizing leader.

The leader faces the post-modern world with clear values and attitudes that define him or her as an energizer. These include initiative, imagination, will-power and knowledge. The leader who lacks these will have to acquire them quickly to be able to face the challenges of the globalized world.

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La novedad, la ansiedad por lo nuevo siempre está presente en las sociedades avanzadas, forma parte del inconformismo real de cuanto en ellas se desarrolla. A mayor estado de bienestar aumenta, en paralelo, la necesidad por adquirir, por acumular, afortunadamente, a la par surgen ambiciones por transformar, avidez por hallar algo diferente, curiosidad por determinar lo nuevo. Los resultados sociológicos extraídos en Davos arrojan mayor pesimismo sobre los países ricos que sobre los pobres. La lectura real, sin embargo, indica que los países con mayores cuotas de bienestar piensan que las cosas pueden ir peor mientras que los países subdesarrollados tienen la convicción que ya están lo suficientemente mal como para empeorar. En estas circunstancias sociológicas se va a manejar el liderazgo en las próximas décadas y de ellas va a extraer diferentes modelos de actuación. La vinculación del liderazgo con el optimismo y el pesimismo va a ser la causa común construida en la erradicación de la ideología de lo negativo sobre cada una de las causas y consecuencias. Optimizar lo positivo y frenar las tentaciones negativas serán las materias que pondrán a prueba las capacidades del liderazgo que viene.

El líder enfrentado al tiempo tendrá como principal motivación funcional la transformación, el cambio. El liderazgo transformacional, el líder como motor del cambio desde la percepción y en la praxis han de ser sus conceptos esenciales. Apoyado por el presente, sin éste suponga estanque sino río donde echar las ideas de futuro probables, posibles y deseables. La vida avanza tan de prisa y tan lenta a la vez que el tiempo hace las veces de aliado y enemigo. La costumbre no ayuda a contemplar la belleza de las cosas, es la ausencia la que descubre las interioridades del recuerdo, la que sitúa los sentimientos a favor o en contra, la que comprende la necesidad de cambiar para que nada siga igual aunque lo parezca. Las políticas lampedusinas (es necesario que algo cambie para que todo siga igual) no son, por tanto, las sugeridas para que los líderes acaten el momento de transformación permanente tan necesario para la evolución.

Lo importante son los procesos de transformación cultural de las organizaciones avalados por empujes individuales de preocupación. Sustituir el clima de pesimismo por el de optimismo, la conciencia del decaimiento, por la de ganadores. No olvidemos que nos encontramos en la sociedad de la imagen y en ella las organizaciones disponen de la imagen como su mejor activo. Ahí es donde reside la capacidad transformadora de la organización, desde donde arranca cualquier concepto tendente a crear una nueva visión. En la imagen está el futuro y los cambios de percepción. El ambiente viene a continuación y toca de lleno el lado humano que olvida, con obsesión, la preocupación por conceder autopistas de credibilidad a la imagen.

El cambio de negativo a positivo supone una metamorfosis cultural que empieza a provocarse en la sustanciación de la imagen amparada en símbolos, gestos, palabras y hechos. La imagen es el apoyo aéreo, pero las batallas no sólo se ganan desde el aire hay que dar paso a la infantería para doblegar al enemigo. Lo primero que debe hacer un líder es buscar e instalar la cultura de los mejores, principal fuente de motivación, después asegurarla con convicciones desde la realidad. No consiste en decirlo sino en parecerlo como principio para arrancar hacia la cultura de la percepción positiva. Los hechos aportan una onda expansiva a la organización necesaria para que llegue a todos los rincones. El siguiente impulso viene desde dentro de la organización, desde el lado humano. La imagen seduce las expectativas de futuro para la organización cuando encuentra el compromiso de todos cuantos participan en el proceso. El líder envía señales desde el aire, la infantería entra en el territorio confiada en la ausencia mínima de riesgos. El autoconvencimiento es el paso previo para competir con garantías de éxito en mercados cada vez menos diferenciados.

Cada vez más las actitudes superarán a las conductas. La actitud mental ganadora emerge desde el interior del líder y transmite ese entusiasmo al resto de la organización, prioridad necesaria para afrontar el reto del futuro con éxito. La tranquilidad del alma ayuda a concentrarse mentalmente en las actitudes constructivas. El líder del siglo XXI ya no aparece aislado en parcelas concretas, ahora tiene que intervenir en todos los procesos y es la piedra angular del ejemplo de actitud, el líder decide y actúa, crea valores y expectativas, es el reflejo del cambio en las organizaciones. A esto se le llama carisma.

El líder se encuentra inmerso en la encrucijada de las libertades, en un camino alambicado entre la organización y el individuo. Asistimos con gran perplejidad al poderío de la empresa en la Nueva...

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