El futuro en la mano: una nueva era de tecnologia financiera se arraiga en el campo boliviano.

AuthorEnever, Andrew
PositionConexion - Empleo de tarjetas inteligentes en la administracion de relaciones con el cliente por parte de la empresa bancaria Prodem FFP

El viaje en autobús de La Paz al pequeño pueblo de Batallas es de sólo 60 kilómetros, pero en Bolivia ese recorrido basta para retroceder siglos. La vida moderna de la capital se olvida frente a los aymarás que labran pequeños terrenos en el altiplano, con arados tirados por bueyes.

Pero estas personas pronto presenciarán la llegada de una tecnología avanzada, una tecnología que ni siquiera los consumidores norteamericanos han decidido usar, aunque millones ya las llevan incorporadas a sus tarjetas de crédito: las tarjetas inteligentes.

Técnicamente, las tarjetas inteligentes no son tarjetas, sino chips de color dorado, incrustados en tarjetas de identificación y de crédito. Se pueden programar para que contengan un gran volumen de información personal, como hábitos de gasto, códigos de seguridad e información financiera.

Los chips reemplazan a la banda magnética que llevan las tarjetas actuales, y ofrecen muchas ventajas. La memoria es tan vasta que sus partidarios piensan que las tarjetas inteligentes podrían sustituir a los voluminosos asistentes personales digitales, hacer inútil la información de los teléfonos celulares y dar paso a sistemas masivos de micropagos. Hasta ahora, sus principales creadores, Gemplus y Oberthur, ambos de Francia, se han concentrado en soluciones industriales como marcadores de inventarios, pero el sueño de su distribución masiva forma parte del programa.

En Bolivia, entretanto, la institución de microfinanciamiento Prodem FFP acudió a las tarjetas para resolver problemas del agro boliviano. Las personas que tienen cuentas de ahorro con Prodem las usarán en transacciones en sucursales y en una red de cajeros automáticos de bajo costo, en varios idiomas, que se instalará el año próximo.

Los chips en las tarjetas contendrán detalles personales y de las cuentas de los clientes, así como una copia digital de sus huellas dactilares. Un lector electrónico verifica las huellas del usuario antes de cada transacción, lo que elimina la necesidad de usar números de identificación personal o una contraseña. La sustitución de los números de cuatro dígitos y de las bandas magnéticas por los chips también dificulta el fraude.

Pero lo mejor en Bolivia es la capacidad de los chips de almacenar historiales de transacciones. Como el campo boliviano carece de una buena infraestructura de comunicaciones, esta función permite que las tarjetas se usen en cajeros automáticos carentes de una conexión telefónica permanente. Casi todos...

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