Sueños de favela.

AuthorEpstein, Jack
PositionTT: Big dreams.

Las puertas de la oportunidad se cierran para los pobres de Brasil.

En casa de los lima, los recuerdos del plan Real son un televisor en colores de 20 pulgadas y una casetera. Maria y Gilvan los compraron a crédito gracias a la estabilidad monetaria, la baja inflación y la economía en ascenso. Y los equipos electrónicos importados son auténticos tesoros. "Son nuestra salvación", dice Maria. "Nos ayudan a olvidar la realidad".

La realidad es ésta: lo que los Lima llaman hogar es un contenedor de seis metros por casi tres metros, de los que se usan para transportar mercancía. Ellos y siete familias vecinas en el barrio de Doña Marta viven en esos símbolos del comercio internacional desde 1988, cuando una inundación destruyó sus casas. En el contenedor de los Lima viven Maria, Gilvan y sus cuatro hijos (de entre cinco y doce años) con dos camas, una cómoda, una cocina y un refrigerador. En una caseta contigua hay una ducha, un lavamanos y un inodoro. Las ratas han roído el suelo del contenedor, pero en el refrigerador hay un cartel que dice: "Puedes confiar en nuestro amigo Jesucristo".

Como muchos habitantes de los barrios marginales de Río, los Lima pensaban que podían confiar en otro icono: el presidente Fernando Henrique Cardoso. En los últimos cuatro años y medio, aplaudieron el elogiado Plan Real del tecnócrata, que equiparó el valor del real al del dólar. El programa dio a los pobres un alivio sin precedentes a los males de la inflación y, por primera vez, un aumento del poder adquisitivo que les permitió conocer el sabor del progreso.

Perdió el ritmo. La abrupta decisión que tomó Cardoso en enero de devaluar el real amenaza con eliminar hasta esos mendrugos de prosperidad. Los pobres serán los más golpeados por la devaluación ya que sus bajos salarios no están vinculados al índice del costo de la vida, no tienen cuentas de ahorro y no hay un sistema de bienestar social que los proteja.

Maria dice que no entiende por qué el presidente cambió de rumbo, pero sí entiende los efectos del cambio. Los precios de productos básicos como el arroz, los frijoles, el café y el pan suben rápidamente. Maria trabaja en una guardería y gana el salario mínimo. Su esposo trabaja esporádicamente como repartidor. Como no les alcanza lo que ganan, Maria se levanta casi todos los días de madrugada para recoger frutas y verduras del basural de un mercado cercano. Las pruebas tangibles del progreso de los Lima, el televisor y la casetera, costaron US$360, que...

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