Fábricas de sueños: las telenovelas latinoamericanas hacen llegar su fantasía a millones de salas en todo el mundo(TT: Dream factories: Latin American soap operas take their fantasy to millions of houses all over the world) (Cover Story)

AuthorMargolis, Mac

Es una calurosa tarde de verano en vila vintem, un aburrido vecindario donde todos se inmiscuyen en los asuntos de los demás. De repente, un auto patrullero, con las luces de emergencia encendidas, se detiene bruscamente junto a una acera. Una mujer de aspecto benévolo, con un vestido de tarde ligeramente arrugado, se baja del auto, y de inmediato se ve rodeada por docenas de vecinos. Parece que Anabelle, la afanosa bodeguera del barrio, llega a casa escoltada por la policía tras una insólita noche de farra. La situación deleita a todos en el barrio, a todos menos a su hijo Valentim, el galán del lugar, individuo de bíceps protuberantes y la diplomacia de un perro guardián.

Vila Vintem es una barriada que se podría encontrar en cualquier pueblo de América Latina, excepto que aquí hay una maraña de micrófonos, el camarógrafo maneja su equipo desde una silla elevada, el lugar está lleno de utilería y el director brama órdenes con un megáfono a los actores y empleados. Varios carritos eléctricos dan vueltas por el set, cargados de actores y equipos electrónicos. Los técnicos ajustan el ángulo de los cables junto a una plaza de cartón piedra. Bienvenido al set de Salsa e Merengue, una popular telenovela vespertina que transmite la cadena brasileña TV Globo.

La actividad de la filmación tiene lugar en los enormes estudios de grabación de Globo, ubicados junto a las montañas unos 30 kilómetros al sur del centro de Río. Para Globo, se trata de Projac (Projeto Jacarepaguá), un complejo de filmación de US$250 millones terminado hace un año, compuesto por cuatro estudios y una enorme "ciudad escenográfica". Podría decirse que es una fábrica de sueños, porque aquí, bajo los micrófonos y los reflectores, las fantasías se echan a volar. Capítulo a capítulo, salen de la línea de ensamblaje, ligeras como un haz de luz, y llegan a millones de hogares cada noche, seis días a la semana, todo el año.

Pero los brasileños no son los únicos dados a soñar. Desde México asta Santiago, las telenovelas son el orgullo y la pasión de los televidentes. Con el rabillo del ojo durante las horas de trabajo, mientras comen algo al mediodía o a la hora de mayor audiencia después de cenar, los venezolanos no le pierden pie ni pisada a su telenovela favorita. La preferida del momento es Pecado de amor. En todos los pueblos de México estos días no sólo se habla del precio de las tortillas y del desempleo, sino también de Nada personal, un teledrama de policía y políticos que transmite TV Azteca. Los que llegan de visita a Brasil aprenden rápidamente que no se debe llamar a un amigo o a un vecino hasta después de las nueve y media de la noche, cuando terminan los capítulos de Rei do Gado (El Rey de la Estancia), que se desarrolla en el campo y trata de las rivalidades de poderosos ganaderos.

Al igual que la salsa, la samba o el fútbol, la telenovela es un arquetipo moderno de la cultura latinoamericana, emblema y plato diario de los latinoamericanos durante más de tres décadas. Pero más que una pasión regional, las telenovelas son un gran negocio, y en los últimos tiempos no ha dejado de crecer. Prácticamente en cualquier lugar de América Latina, casi a cualquier hora, si se enciende el televisor podrá encontrar varias docenas de dramas en una cantidad similar de canales.

Las telenovelas no son sólo las favoritas en casa, sino que se venden en cantidades industriales a toda América Latina y otras regiones, lo que beneficia el equilibrio comercial regional y genera muy necesitadas divisas. Los anunciantes conocen desde hace mucho tiempo la magia de las telenovelas y compiten ferozmente por la oportunidad de presentar sus productos ante la mirada cautiva de los televidentes en cada pausa comercial. Y pobre del productor de televisión que no tenga alguna telenovela en su programación.

Los orígenes de la telenovela se remontan a los días de la radio, cuando algunos productores de visión decidieron poner luces y cámaras a los melodramas populares que machacaban desde las consolas de AM en las cocinas y automóviles, y los convirtieron en dramas televisados. Cuba es la cuna del género, y muchos países latinoamericanos han incursionado en este tipo de...

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