La evolución silenciosa.

AuthorUribe V

Vivimos en un mundo en el cual las economías emergentes son protagonistas de la transformación global. Según las estadísticas demográficas, desde hace tres décadas la población dei planeta ha aumentado en casi 2,500 millones de personas y más dei 90 por ciento de esa expansión ha tenido lugar en los países en desarrollo.

Esa realidad protuberante se expresa con claridad al evidenciar que en tan sólo 30 años las economías emergentes pasaron de repte sentar un poco más del 30 por ciento del PIB global a representar hoy una cifra cercana al 46 por ciento. Sin duda detrás de esta historia se encuentran las huellas de China e India.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Pero más allá dei Dragón y el Elefante de Oriente, hay otra gran transformación que muchas veces pasa desapercibida. Me refiero a la que ha tenido lugar en América Latina. No en vario Luis Alberto Moreno, presidente dei Banco Interamericano de Desarrollo, predica con firmeza que ésta será la década de nuestra región y el presidente Piñera de Chile, un tanto más entusiasta, no duda en que éste será nuestro siglo.

Las expresiones no son soñadoras; son una realidad incuestionable. Somos una región de casi 600 millones de habitantes con una población joven, expresada en un promedio de edad de 27 años. Contamos con una clase media vibrante, emprendedora y laboriosa que se acerca al 62 por ciento de nuestra población y, como si fuera poco, nuestro ingreso per cápita se acerca a los $9,000.

Los indicadores previamente mencionados no son vacíos y van acompañados de incues tionables conquistas sociales. Hemos aumentado la esperanza de vida hasta los 75 años, reducido la mortalidad infantil a la mitad, aumentado la cobertura de agua potable hasta lograr una cobertura rural y urbana superior al 80 por ciento, obtenido niveles de alfabetización superiores al 95 por ciento y acrecentado la conectividad y la provisión de servicios públicos.

Obtener estos logros no ha sido suerte y, por el contrario, obedece a una evolución ordenada en la que las principales economías de la región, como Brasil, México, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, le han apostado sin titubeos a un decálogo de sentido común. La consolidación de una verdadera Democracia Liberal en la que primen la seguridad, las libertades individuales, la cohesión social, las instituciones independientes y la participación ciudadana es la base de esta edificación.

Realizar una apertura institucional a la inversión, materializar una política social inclusiva...

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