El llamado de la selva: el escandalo sacude el proyectado gasoducto Bolivia-Brasil, y los politicos tratan de salvar el pellejo.

AuthorLangman, Jimmy
PositionEnergia

Existe una gran distancia entre Houston, Texas, y las selvas de la zona este de Bolivia. Pero el calor político de las investigaciones de dos gobiernos sobre Enron, la fracasada empresa norteamericana de comercio de energía, llega a la jungla boliviana, como el gasoducto de 628 kilómetros que Enron construyó en este país con dinero de los contribuyentes norteamericanos.

Los críticos acusan a Enron de dañar el medio ambiente y atropellar los derechos de los indígenas cuando construyó un gasoducto desde la ciudad boliviana de Santa Cruz hasta la termoeléctrica de Cuiabá, en el estado brasileño de Matto Grosso. Los indígenas están esperando que Enron les entregue la tierra que les prometió.

La situación se agrava con las elecciones en Bolivia a fines de junio y los políticos culpándose mutuamente por un negocio que salió mal.

Se cuestiona el papel de la Corporación de Inversión Privada en el Exterior (OPIC), una entidad gubernamental norteamericana, que dio US$3,000 millones para apoyar los proyectos internacionales de Enron en la década de 1990. En su investigación, la Comisión de Finanzas del Senado de Estados Unidos trata de determinar si la entidad aprobó el financiamiento para la obra en Cuiabá, violando sus propias normas. Bajo una directiva del gobierno de Clinton en 1997, la OPIC no puede financiar "obras de infraestructura en selvas tropicales primarias".

Pero eso es exactamente lo que hace el gasoducto de Enron, donde Shell Oil tiene una participación. Para entregar 2.1 millones de metros cúbicos diarios de gas natural a la electrogeneradora de Cuiabá, el gasoducto de Santa Cruz, en el este de Bolivia, atraviesa el bosque chiquitano, el último gran bosque seco y relativamente intacto del mundo y una de las 200 regiones de ecología más delicada del planeta, según el World Wildlife Fund. El gasoducto también atraviesa uno de los hábitats con más especies animales del mundo, el Pantanal, en la frontera de Bolivia y Brasil, y cruza zonas boscosas reclamadas por los indígenas chiquitanos y ayoreos.

En 1999, para conseguir US$200 millones en garantías de préstamo de la OPIC para el gasoducto de US$600 millones, Enron acordó mitigar el efecto de la obra en esos ecosistemas y en las comunidades indígenas. No obstante, tres años después, la OPIC ha retirado su préstamo debido a disputas contractuales con las autoridades brasileñas y al debate político sobre el desastre de Enron.

Entretanto, los indígenas dicen que Enron todavía tiene que...

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