La encantadora Nieves.

AuthorBachelor, Blane

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

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La diminuta isla de Nieves siguió el mismo recorrido histórico que gran parte del Caribe: fue colonizada originariamente por tribus amerindias; supuestamente "descubierta" por Cristóbal Colón; vivió una transformación económica de mano de las plantaciones de caña de azúcar; los británicos y los franceses se disputaron su soberanía; y finalmente resurgió como destino de vacaciones.

Pero comparado con muchos otros destinos caribeños, el comercio turístico ha emprendido un rumbo decididamente diferente en la isla de Nieves. Mientras que lugares de moda como Puerto Rico y Jamaica han optado por atraer a cruceros y resorts integrales (denominados all inclusive), esta pintoresca isla con una rica historia ofrece experiencias exclusivas (y selectivas), en parte gracias a que se mantiene fuera de los caminos trillados.

Desde su pico, el Nevis Peak de 979 metros de altura, hasta sus puertos de aguas profundas, Nieves es un lugar para que los ejecutivos atareados se desenchufen o para que las parejas disfruten de una boda como ninguna.

Si preguntamos a los viajeros más experimentados, pocos saben dónde queda la isla de Nieves: queda a cerca de 3,22 kilómetros de su vecina más cercana, la isla hermana de San Cristóbal, en las Islas de Sotavento, y a aproximadamente 322 kilómetros al sureste de Puerto Rico. Incluso son muchos menos los que pueden pronunciar su nombre correctamente. Nevis, que es una evolución y corrupción del espariol "nieves", se pronuncia "ni-vis", y no "ne-vis".

Quizás la característica más llamativa que uno nota cuando primero llega a la isla es la falta de semáforos. La isla de 93 kilómetros cuadrados no tiene ninguno. Las cabras deambulan libremente entre los automovilistas. Las playas son apartadas, excepto por la ocasional bandada de garcetas entre los bañistas.

Lo abundante del atractivo rústico de Nieves proviene de su arquitectura que nos recuerda su pasado colonial: desde desmoronadas iglesias de piedra hasta imponentes molinos de azúcar y casas de plantaciones convertidas en hoteles. La mayoría de estas plantaciones convertidas en hoteles de lujo son propiedad de visitantes estadounidenses y europeos que descubrieron a Nieves como turistas y regresaron para asentarse definitivamente. Algo que poco sorprende es que estas propiedades atraen a visitantes que regresan una y otra vez, que se consideran parte de un grupo selecto de conocedores de la isla que han sucumbido a su encanto.

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