El efecto de la verde-amarela: ¿podría una victoria en el Mundial rescatar la economía brasileña? El increíble efecto de la Selecáo.

AuthorPrice, John

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Después de aumentar su PIB a un promedio de 4,5 por dentó anual durante la última década, Brasil inició un período de dos años (2014-15) de desaceleración afectado por la caída en los precios de los productos básicos, por el aumento de la inflación y por la erosión de la confianza del consumidor. El vigoroso Brasil, líder de los BRIC, rico en recursos y hábil en negocios, parece haber perdido su hechizo. Como cuando les llega una mala racha a los Vendedores, los brasileños de todas las clases están a la espera de un milagro: que la Selegáo, el equipo nacional de fútbol, saque al país de su crisis. ¿Una superstición moderna, oalgo con más asidero?

Desde que Brasil se convirtió en anfitrión de la Copa del Mundo de este año, los beneficios económicos han sido ampliamente exagerados. Aunque miles de millones de personas verán los juegos sólo 600.000 llegarán del extranjero y se les unirán a otros tres millones de turistas nacionales. Para comparar, más de 70 millones de personas visitan Florida cada invierno. El impacto del turismo mundialista, calculado en US$11.000 millones, tendrá un efecto mínimo sobre la economía brasilera de US$2,2 billones. La construcción de estadios y otras obras, que ya han sido condenadas por los brasileños por que las consideran plagadas de derroche y corrupción, llegarán apenas a US$4.000 millones, cifra pálida frente al gasto nacional en infraestructura durante el mismo período de cinco años, que equivale a US$400.000 millones.

La importancia de la Copa tiene que ver con la psique del consumidor brasileño. Brasil tiene mucha historia en el fútbol, es el eterno favorito de casi cualquier torneo mundial y los brasileños esperan ganar. Su lugar actual en el ranking de la FIFA (sexto al cierre de esta edición) refleja el hecho de que la selecão ha jugado menos partidos que otros en los últimos dos años ya que no tiene que calificar por ser el país anfitrión. Muchos analistas la ubican entre las tres primeras junto a Alemania y Argentina.

Pero así como los brasileños confían en sus habilidades fútbolísticas, los votantes les perdieron la confianza a la economía y a sus políticos. El apoyo a Dilma ha caído a medida que la economía se desacelera, la inflación crece y sale a la luz la corrupción en el gobierno. Las protestas de junio de 2013, que señalaban a los nuevos estadios como símbolos del despilfarro, se han programado de nuevo para que ocurran durante el Mundial. Si la selecão tiene un mal...

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