Dudas al volante: los fabricantes de autos de Argentina enfrentan un futuro de credito escaso, pocos compradores y exportaciones debiles.

AuthorNewbery, Charles

En el concesionario Serra Lima Ford de Buenos Aires, los vendedores deambulan ociosos. La gente entra, hace algunas preguntas y se va. Las ventas escasean. "Los únicos que compran son los que han ahorrado dólares", dice Jorge Fazzini, vendedor con 20 años de experiencia.

En todo el país, los concesionarios encaran grandes dificultades. Fazzini y sus colegas vendían 350 autos al mes en los años 90. Hoy, vender 40 sería un triunfo. "Las ventas nunca han estado peor desde 1960, cuando la industria comenzaba", señala Fazzini. Por lo menos, conservan el empleo: desde 1999, el 44% de los concesionarios argentinos han cerrado. A mediados de 2003, sólo había 467.

Eso se debe a que el mercado potencial de consumidores se ha reducido a la mitad. En 2001, había 1.87 millones de núcleos familiares en zonas urbanas que podían comprar un auto nuevo, según la Asociación de Concesionarios de la República Argentina (Acara), núcleos con un ingreso mensual mínimo de US$360, necesario para recibir un préstamo. En 2002, la cautela de los prestatarios hizo aumentar esa cifra a US$540 mensuales, lo que redujo el mercado a 934,000 núcleos familiares y vació los concesionarios.

Para los fabricantes, los concesionarios vacíos significa producir menos. Las líneas de ensamblaje funcionan a menos del 20% de capacidad; algunas sencillamente están paradas. En la planta de US$600 millones de Fial en Ferreyra, Córdoba, casi 5,000 ensambladores y mecánicos manufacturaban 600 vehículos diarios en fase de producción pico. Hoy, quedan sólo 350 empleados. Fabrican motores y transmisiones, pero no autos, para exportar a Brasil y Marruecos. Es una de las plantas más avanzadas de Argentina, el orgullo de de Córdoba cuando la firma italiana abrió la planta en 1996. Ahora está casi parada.

En teoría, Argentina es un buen país para fabricar autos. La infraestructura y la tecnología son confiables, y los trabajadores están bien capacitados. A los consumidores de clase media les gustan los vehículos costosos, a diferencia de Brasil, donde los modelos más baratos son más populares. Los costos de producción han bajado tres veces en términos de dólares.

Aun así, sólo dos compañías hacen inversiones de importancia. Toyota, de Japón, invierte US$200 millones hasta 2005 para impulsar la producción de piezas para su camioneta Hilux y para lanzar un nuevo modelo. PSA Peugeot Citroën, de Francia, invierte unos US$58 millones para comenzar a fabricar su popular modelo 307 en 2004, casi todo para...

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