Dolores de parto.

AuthorRubenstein, Beth
PositionArgentina - TT: Pregnancy pains. - TA: Argentina

El sistema de salud pública de Argentina, uno de los mejores de América Latina, se queda muy a la zaga del sistema privado.

A las veinte horas de haber ingresado en la sala de maternidad, Lydia Castañeda le pidió a su médico que le diera algo para calmar el dolor. La noche anterior, en medio de fuertes contracciones, fue en autobús al Hospital Público Municipal Rivadavia, en el barrio bonaerense de Palermo. En los últimos momentos del parto el dolor era insoportable. Pero el médico no tenía nada que darle.

Dos meses después, y a sólo kilómetro y medio de distancia, Marita Propato dio a luz en el Sanatorio Mater Dei, un hospital católico privado de alto nivel. La atendió su médico de cabecera, una comadrona y varias enfermeras que le suministraban nutrientes para que mantuviera las fuerzas. Cuando se quejó de que sentía dolores le administraron calmantes por vía intravenosa, y luego le inyectaron un anestésico en el canal raquídeo que le adormeció la parte inferior del cuerpo.

El contraste entre los sufrimientos de Castañeda y la experiencia de Propato evidencia las grandes diferencias en la calidad de la atención médica en América Latina, que depende de si el paciente es rico o pobre. Incluso en Argentina, que tiene el nivel de ingresos per cápita más alto de la región y una vieja tradición de buena atención médica pública, el abismo se ensancha.

Hace sólo una década, todo el mundo, inclusive la alta sociedad de Buenos Aires, se atendía en los hospitales públicos, donde el servicio era gratis. Presionado por la escasez de efectivo y la necesidad de reducir el déficit, el gobierno cambió de rumbo: redujo el presupuesto de la salud pública y pasó el costo a las empresas e individuos. Como resultado, se reduce la capacidad de atender debidamente a los pobres y el sistema de salud pública, antes elogiado, se acerca cada vez más al de países vecinos más pobres y se aleja del mundo desarrollado.

Lo mejor que pueden hacer. Los médicos no son el problema. Casi todos los que tienen consultas privadas también trabajan en hospitales públicos, algunos para acumular experiencia con el gran volumen de casos y otros para ganar un dinero adicional. "La calidad de nuestro personal es tan buena como la de cualquier hospital privado", afirma el doctor Emilio Lavena, uno de los directores del hospital donde Castañeda dio a luz. "Desafortunadamente, no siempre contamos con los fondos para todo lo que necesitamos". Basta un paseo por los desnudos corredores del...

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