Una dieta rigurosa: los productores latinoamericanos de petroleo no se benefician con la guerra y los altos precios. Sus problemas comienzan en casa.

AuthorBrown, Greg
PositionPetroleo & Gas

Las reservas petroleras de América Latina deberían ser un pasaporte para el desarrollo, la fortaleza económica y lazos más estrechos con el resto del mundo.

Pero no es así. México y Venezuela, junto con Arabia Saudita y Canadá, están entre los principales exportadores de crudo al mayor consumidor de productos de petróleo del mundo, Estados Unidos. Pero los expertos esperan que los países que integraban la Unión Soviética incrementen enormemente su capacidad en las próximas décadas, mientras Arabia Saudita --el gigante petrolero del planeta-- se mantendrá al frente.

La capacidad de producción saudita es tan alta que el reino puede manipular fácilmente los precios mundiales. Para el año 2025, Arabia Saudita podría triplicar su producción a 30.3 millones de barriles al día, y Rusia casi podría duplicar la suya en ese mismo período a 16 millones de barriles, 2 millones más que la producción combinada proyectada para México, Canadá y Venezuela, según el pronóstico para 2003 de la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos.

En cuanto a Irak, cuando su industria petrolera se recupere, podría producir 6 millones de barriles al día, por encima de la cifra anterior a la primera Guerra del Golfo, que era de unos 3.5 millones, y más que los 1.6 millones que producía antes de la reciente guerra.

"Tienen las segundas reservas después de Arabia Saudita, 112,000 millones de barriles frente a 260,000 millones", dice John Lichtblau, presidente de la junta de la Petroleum Industry Research Foundation, un centro de estudio sin fines de lucro. "Eso es sólo lo que se encontró hasta 1990. En 12 años no ha realizado ninguna labor de exploración".

La inversión extranjera en América Latina no tardará en volver, indican los analistas, pero el alto precio actual, de US$31 el barril, bajará en 2004, obstaculizando la expansión en la región. A largo plazo, el precio probablemente no pase de los US$25 el barril, ni bajará a menos de US$15. A US$20 el barril, los productores latinoamericanos pueden financiar su producción y costear gastos sociales programados, pero no mucho más.

La razón es que un precio estable, fijado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), mantendrá a raya los ingresos y la capacidad futura de América Latina. En parte, los gobiernos de la región asignan una parte demasiado grande de sus ingresos a costear programas sociales políticamente necesarios; la corrupción endémica también le da un gran sablazo a las arcas.

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