?El diablo en persona? No lo creo: Wall Street se equivoco. La presidencia de Lula podria ser buena para Brasil.

AuthorEpstein, Jack
PositionEso Dicen - Luiz Inacio Lula da Silva

Luiz Inacio Lula da Silva, el líder sindical de izquierda al que la elite política de Brasil llama el bicho papao (el coco), encabeza las encuestas de intención de las elecciones de octubre.

En su cuarto intento por ganar la presidencia desde 1989, todo parece indicar que Lula al fin podrá dirigir la octava economía mundial.

El sector empresarial brasileño está aterrado, y ejecutivos y analistas pronostican males sin fin si resulta electo. Goldman Sachs aconsejó a los inversionistas que pasaran sus intereses en Brasil a México, y creó el "lulámetro" para medir la situación financiera en Brasil. Merrill Lynch y Morgan Stanley rebajaron la calificación de los bonos brasileños. JP Morgan puso el riesgo de inversión en Brasil sólo por delante de Ecuador y de Argentina.

Es cierto que Lula se deleita en hostigar a la clase política. Y ha criticado constantemente las reformas de libre mercado del presidente saliente, Fernando Henrique Cardoso.

Pero Wall Street se equivoca. Lula ya no es el radical de la década de 1970. Se parece más al presidente chileno, Ricardo Lagos, otro ex izquierdista convertido en pragmático, que al errático paracaidista venezolano Hugo Chávez, que carece de la experiencia, la agudeza política y el fuerte apoyo partidista de Lula.

Wall Street perdió de vista otro cambio importante. A los negocios no les importa quién sea el presidente. En la mira tienen el juego económico mundial, y un cambio de líder no va a deshacer ese progreso. "La camisa de fuerza está bien atada", dice David Fleischer, analista político en Brasilia. "Sería difícil hacer un cambio radical".

En realidad, Lula podría ser beneficioso para los negocios.

El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, que tiene cientos de alcaldes y seis gobernadores, es célebre por su honradez y su responsabilidad fiscal. Sus líderes, con contadas excepciones, son un soplo de aire fresco en un país plagado de legisladores corruptos.

A la gran popularidad de Lula hay que agregar su transformación. A los 56 años, se ha arreglado la barba y ha cambiado los jeans y las camisetas de su juventud política por trajes de diseñador. También han desaparecido sus diatribas contra el capitalismo. Ahora, "Lula light", como le dicen en la prensa brasileña, dice que si sale electo, la responsabilidad fiscal y la...

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