Cosecha de triunfo.

AuthorMandel-Campbell, Andrea
PositionAuge sin precedentes en el sector agr

El sector agrícola de Argentina experimenta un auge sin precedentes, y hay más en camino.

Felipe Sola, secretario de agricultura de Argentina, la llama "la cosecha del siglo". Argentina está a punto de recoger el fruto de una cosecha espectacular que se calcula llegará a los 61 millones de toneladas métricas. Es un aumento del 13% con respecto al año pasado, y mientras El Niño no haga más daño que bien, será la mayor de una serie de cosechas récord desde que Argentina aprovecha todo su potencial de granero internacional.

Los vastos pastizales que se extienden en las zonas centrales convirtieron a Argentina en uno de los diez países más ricos del mundo a fines del siglo pasado. Las pampas, fuente de la mitología del gaucho y del fiero orgullo nacional, la colocaron en el mismo camino agrícola que Canadá y Australia, hasta que 60 años de agitación política y aislacionismo sacaron a la nación de ese curso.

No fue hasta 1991, cuando Argentina estableció la paridad del peso con el dólar, que volvió la estabilidad económica y los asediados granjeros pudieron respirar aliviados. Se controló la inflación y mejoró el acceso al crédito. Poco después, el gobierno del presidente Carlos Menem eliminó los impuestos a la exportación de productos agrícolas, que llegaban al 45%, mientras se privatizaban o desregulaban puertos, vías férreas, carreteras y silos.

Desde entonces, el sector agrícola no ha dejado de mirar hacia adelante.

"En los últimos años ha habido un cambio radical en el negocio de los granos en Argentina, un cambio que no ha tenido paralelo en el mundo", afirma Pablo Adreani, director de AgriPac, firma de consultoría agrícola.

La cosecha anual de granos y semillas oleaginosas ha aumentado el 50% desde 1990, con cosechas récord de trigo, maíz, semillas de girasol, soya, algodón y arroz. ¿La razón? Después de varios años con muy poca o ninguna inversión en la tierra, la tecnología ha invadido al sector agrícola. Los agricultores invirtieron en 1996 una cifra calculada de US$10.000 millones en sistemas de irrigación, nuevas variedades genéticas y maquinaria. El fabricante estadounidense de tractores John Deere vendió 1.185 tractores en Argentina en 1996; cinco años antes había vendido menos de 400.

El triple. Los fertilizantes y los productos químicos, que antes prácticamente no se usaban, también han comenzado a venderse bien. Las ventas de pesticidas han aumentado más del triple, de US$286 millones en 1991 a US$838 millones el año pasado. El auge ha animado a inversionistas extranjeros como Agrium, productora canadiense de fertilizantes, junto con la empresa argentina de agricultura y energía Pérez Companc y la petrolera YPF, a construir una planta de fertilizantes de urea, a un costo de US$600 millones, que cuando esté terminada será la mayor del mundo.

"Esta es la segunda revolución de la pampa: la conquista de la tecnología", comenta Héctor Huergo, consultor agrícola y ex presídente del Instituto Nacional de Tecnología Agrícola (INTA).

Gran parte de la nueva tecnología ha llegado al campo con la oleada de inversiones extranjeras, cuya entrada en el mercado argentino se ha visto alentada por los altos precios de los productos básicos en los últimos años y la abundancia de tierras baratas. Al frente de los inversionistas está el financiero húngaro-estadounidense George Soros. Desde que en 1994 compró Cresud, empresa agrícola de propiedad belga, junto con el socio argentino I.R.S.A., Soros se ha convertido en el mayor propietario de ganado del país y en propiedad de terrenos...

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