Casa propia.

AuthorPoole, Claire
PositionIndustria del ensamblaje; vivienda de obreros; M

Una empresa conjunta fabrica casas para los trabajadores de maquiladoras, mejora la moral y retiene a los empleados.

Hace tres años, rosi loya, de 24 años, trabajaba en una maquiladora en Ciudad Juárez, México. Vivía con unos parientes pero en realidad deseaba vivir en su propia casa. Así que cuando se enteró de un programa de compra de vivienda que ofrecía la empresa donde trabajaba, Delphi Automotive Systems, Inc., no lo pensó dos veces.

Después de ahorrar el 8% de su salario durante un año para el pago inicial, hace dos años se mudó a su nueva casa de dos habitaciones. La vivienda es tan agradable que sus padres se mudaron con ella. "Fue una gran ayuda", dice. "No creo que la hubiera podido comprar por mi cuenta".

Y Loya no es la única en la misma situación. La proliferación de las maquiladoras, unas 3.000 según la cuenta más reciente, ha causado una severa escasez de vivienda en la región norte de México. Como resultado, muchos trabajadores que se sienten atraídos por empleos estables con una paga decente se han visto obligados a vivir con familiares, a alquilar viviendas con otros trabajadores, o peor, a vivir en casuchas improvisadas.

Estas condiciones no son propicias para la productividad y la moral de los trabajadores de maquiladoras. Y tampoco ayudan a retenerlos en sus puestos de trabajo. Nueve de cada 10 trabajadores abandonan sus empleos todos los años en las maquiladoras ubicadas junto a la frontera mexicana con Estados Unidos. Para mantener a sus empleados felices, algunas empresas han comenzado a ayudarlos a comprar vivienda.

Este acto de buena fe ocurre en momentos en que algunas maquiladoras reciben fuertes críticas por la forma en que tratan a sus empleados. En agosto pasado, Salant Corp., una empresa textilera de Nueva York, aceptó pagar US$30 millones por concepto de daños y perjuicios a las familias de 14 trabajadores de maquiladoras que perecieron cuando un autobús de la empresa se volcó e incendió mientras se dirigía a la planta de la firma en Villa Hermosa, Tamaulipas. Los abogados de los trabajadores alegaron que el autobús no cumplía las normas debidas de seguridad.

La idea detrás de construirle viviendas a los trabajadores es de David Arelle Sergent, de 51 años, presidente y dueño del Grupo Condak, una constructora de casas con sede en Juárez. Después de la devaluación del peso mexicano en 1994, la construcción de viviendas se paralizó debido al enorme desempleo y las altísimas tasas de interés. Arelle observó...

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