Carga pesada.

AuthorFabey, Michael
PositionCorrupci

Los puertos se hacen la vista gorda ante la corrupción. Pero la apatía no puede durar mucho.

Es hora de erradicar la corrupción en las aduanas.

No estoy hablando de drogas, armas y otros contrabandos, sino de carga legal que entran en más cantidad de la que se anota en los documentos oficiales.

El importador lo hace para evitar los altos aranceles. Claro, puede haber errores involuntarios, y la mayoría se detectan en los puertos, aeropuertos y otras entradas.

Pero hay mucho espacio para hacer trampa en los embarques, en parte porque los manifiestos parecen más bien documentos jurídicos. El papeleo está lleno de términos oscuros y vagos, todos concebidos para proteger lo más posible a todas las partes. Y hay una buena razón para esas medidas: los problemas suelen conllevar una acción jurídica, y nadie quiere que lo sorprendan con la guardia baja.

En los barcos, los responsables de supervisar todos esos pasos son los primeros oficiales como Jim Toy, que ha trabajado en barcos de Crowley American Transport y otras navieras. "Lo reviso todo dos veces", afirma. "Todo".

Los oficiales --así como los funcionarios aduaneros, de comercio y todos los demás que participan en las operaciones-- confían en que los manifiestos informen cabalmente el volumen, tipo y tamaño de la carga. Es importante saber todo esto al decidir dónde se ponen los cargamentos. Por ejemplo, nadie va a colocar un contenedor de materiales nocivos junto a otro de una sustancia volátil.

¿Pero qué ocurre si esos manifiestos no son lo exactos que debieran ser? ¿Qué ocurre si los contenedores que "dicen que contienen" --como expresa la retórica oficial-- cierto volumen de productos en realidad tienen más en su interior que lo que dice el manifiesto?

Muchas veces, la carga adicional no se debe a un error. Y ese bulto extra suele pasar sin que lo detecten.

Es un secreto a voces. Por supuesto, el importador sabe lo que está pasando. Otra persona al tanto es el agente de aduanas, el agente del importador que dirige la carga a través del laberinto burocrático de la aduana típica de Latinoamérica.

Pero los agentes no pueden hacerlo sin la ayuda --en realidad, sin la asociación implícita-- de los funcionarios aduanales.

Trato hecho. En lugares como Brasil y Argentina, suele ocurrir de la siguiente manera, según los expedidores y los intermediarios confabulados. Por ejemplo, un importador de baldosas le dice al intermediario: "Va a llegarme un envío. El manifiesto dice que son 20.000 piezas...

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