Campeón de la selva.

AuthorEllison, Katherine
PositionDan Janzen, ecologista en Costa Rica - TT: Champion of the forest. - TA: Dan Janzen, ecologist in Costa Rica - Art

¿Un negocio para la Madre Naturaleza? De ninguna manera, dice un biólogo.

Ante la amenaza a los bosques que representan las compañías madereras, las granjas, los ocupantes ilegales y el crecimiento urbano, aferrarse a la naturaleza se ha convertido en un lujo costoso. ¿Pero y si el lujo se paga solo?

Dan Janzen, biólogo de la Universidad de Pennsylvania, está convencido de que se puede pagar solo. Su campo de prueba para diversos planes de generación de ingresos, desde el ecoturismo hasta servicios pagados de polinización, ha sido la árida provincia de Guanacaste, en el noroeste de Costa Rica. Desde hace 15 años, en el pueblo de La Cruz, él y su esposa, la científica Winnie Hallwachs, junto con un equipo de colaboradores costarricenses, se han esforzado en crear el Ama de Conservación Guanacaste, sede de uno de los pocos restos de selva tropical seca que en el pasado se extendía desde Mazatlán, en México, hasta el Canal de Panamá.

Gracias en gran medida a la tenaz diplomacia de Janzen como campeón no oficial y sin sueldo del área, además de poco más de US$30 millones en fondos del gobierno y de donantes internacionales, la reserva terrestre y marítima de Guanacaste ahora tiene unos 1.520 kilómetros cuadrados. Pero Janzen tiene metas mayores. Quiere devolver vastos terrenos adquiridos, en su mayoría pastizales degradados, a los bosques antiguos, ricos en biodiversidad.

Janzen aboga por "usar o perder" la naturaleza. Piensa que el secreto para que la conservación funcione está en los ingresos financieros, noción que descartan ciertos ambientalistas. "Yo creo que si se usa, se pierde", dice John Terborgh, director del Centro de Conservación Tropical en Durham, Carolina del Norte. A Terborgh le preocupa que muchos proyectos sostenibles en realidad causan grandes daños. Pero los partidarios de la visión de Janzen no están de acuerdo y dicen que el empeño de salvar a la naturaleza desde un ángulo moral o estético ha fracasado.

"Los intentos por conservar la biodiversidad por sí misma no hacen más que enojar a la sociedad", grita el barbudo científico de 62 años, mientras maneja su Toyota 4X4 por un camino polvoriento, en un recorrido de dos días por la reserva. Señala selvas, ríos, playas del océano Pacífico y tres imponentes volcanes, mientras explica estrategias para preservar el dominio tropical. "Hay que invertir en la naturaleza", reitera. "Hay que usarla y pensar que es un activo que produce bienes y servicios al país, en vez de una tierra...

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