El café y el Poder.

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UN GRANO DE ARABIA ESTA EN EL CENTRO DE LOS grandes conflictos de Centroamérica en el siglo XX. En su libro Coffee and Power (Café y poder), Jeffery M. Paige, profesor de Sociología de la Universidad de Michigan, examina las raíces de las catástrofes políticas que sacudieron al istmo en los años 80. Para los estadistas norteamericanos, apunta Paige, esas convulsiones eran episodios de la guerra fría; en realidad su causa estaba en las estructuras sociales y económicas de la región. "A su vez", subraya, "esas estructuras estaban moldeadas por un solo producto que ha dominado esas pequeñas economías exportadoras desde el siglo XIX hasta el presente: el café".

Paige señala las causas de una profunda división en las sociedades centroamericanas. Desde el siglo pasado, la producción y la exportación del café crearon, de un lado, una clase adinerada y poderosa, la élite del café; del otro, masas de trabajadores rurales de donde surgió un proletariado incipiente. Esta contradicción social da pie a dos grandes revoluciones: la de los años 30 y la de los 80. La élite del café participa en ambas convulsiones y sobrevive a ellas.

En el siglo XIX, las dinastías cafeteras son herederas de las aristocracias coloniales pero deben romper con las viejas restricciones sobre la tierra, los mercados y la fuerza laboral para desarrollar el potencial exportador de su producto. El liberalismo y el positivismo (paz, libertad y progreso) son su justificación ideológica. A fines del siglo pasado, se privatizan las tierras comunales, con la consiguiente enajenación de los indígenas, que se convierten en obreros agrícolas explotados o emigran a las ciudades; se abren los mercados y se da entrada a la inversión extranjera.

Las viejas familias aristocráticas que cultivan el café, explica Paige, poseen la tierra y la influencia política; los extranjeros aportan los conocimientos técnicos. Los terratenientes/cultivadores (agrarios) representan el sector más conservador, que promueve el autoritarismo político como defensor de sus prebendas; los procesadores/exportadores (agroindustriales) impulsan la revolución liberal: apertura de mercados y laissez-faire económico. Sin embargo, no se trata de dos grupos sociales antagónicos, existe una alianza entre ellos y en muchos casos están entrelazados: los cultivadores a veces son también procesadores y exportadores. Aunque los agroindustriales apuestan por un modelo más libre, en momentos de crisis aceptan el regreso a la...

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