Cactus en lata.

AuthorM. Case, Brendan
PositionExportaciones, M

Un pueblo basa su prosperidad futura en el nopal, alimento ancestral que otrora sólo se usaba para alimentar al ganado.

Marcos Rosas abad tiene una pregunta simple: ¿Por qué, en la era del TLC, los pequeños agricultores como él deben limitarse al modesto mercado mexicano? A fin de cuentas, la prosperidad depende de las exportaciones.

Rosas Abad cree que a lo mejor tiene la cosecha indicada: el nopal, un cactus comestible cuyo cultivo se remonta a la época precolombina, y a Milpa Alta, un singular distrito de aldeas que forma parte de la Ciudad de México.

Las carnosas hojas del cactus sólo se usaban antes para alimentar ganado. Pero hoy son populares en todo México. Varios posibles exportadores afirman que el nopal se populariza entre los aficionados a la comida mexicana en Estados Unidos y a la comida sana en Norteamérica y Europa.

"Necesitamos mercados nuevos", dice Rosas Abad. "Necesitamos mejorar nuestra producción y exportar el nopal, porque a la gente le gustaría si lo probaran'.

Exportación espinosa. La ayuda ya está en camino. Varios empresarios incipientes tratan de agregar el nopal a la larga lista de productos típicos mexicanos como el tequila, las tortillas y la salsa picante, que tienen una gran demanda en el extranjero. Su objetivo es transformar la industria de la hoja del cactus, hasta ahora una actividad agrícola secundaria, en otra historia de éxito entre las exportaciones mexicanas.

"Definitivamente hay un mercado para el nopal en el extranjero; lo veo", dice Ismael Rivera Cruz, director de Nopal del Carmen, una pequeña compañía de Milpa Alta que exporta parte de sus hojas de cactus enlatadas a Alemania, Holanda, Bélgica y España. "Necesitamos trabajar un poco más duro y también necesitamos más financiamiento".

Milpa Alta (una milpa es un maizal) se ha convertido en la capital mundial del nopal. El año pasado produjo 280.000 toneladas métricas por valor de US$63 millones, según la Secretaría de Agricultura. El pueblo de 90.000 habitantes (en realidad es un conjunto de 12 aldeas) está a una hora de camino del centro de la capital. Un grupo de colinas que separa a Milpa Alta del resto de la capital no deja ver la metrópoli. Un camino tortuoso que serpentea entre el terreno ondulado y los campos de nopal une a las tranquilas aldeas, en cuyas calles de adoquines y sus iglesias de la era colonial el tiempo parece haberse detenido.

Las hojas de cactus son la principal actividad del pueblo durante todo el año y el 60% de la...

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