De armas tomar: los gastos militares aumentan en America Latina.

AuthorFranklin, Jonathan
PositionDefensa

Los gobiernos de América Latina andan sedientos de armas y el Tío Sam los complace con mucho gusto. Muchos quieren sustituir ruinosos aviones comprados en los años 1960 y 1970, y las empresas estadounidenses se preparan para hacer frente a la demanda.

Brasil invertirá US$3,300 millones en la modernización de su fuerza aérea. Chile destinará US$660 millones a adquirir cazas F16. Y Colombia y sus vecinos recibirán casi US$2,000 millones en los próximos años de Estados Unidos, incluidos US$1,300 millones en ayuda militar para combatir el narcotráfico, que incluye la entrega de 56 helicópteros artillados.

Si el Congreso de EU lo aprueba, la región andina recibirá casi US$400 millones, que podrían dedicarse a fines estrictamente militares. También se propuso una ayuda económica adicional por valor de US$385 millones. Asimismo, el gobierno de Bush ha solicitado aumentar un 78% (de US$9 millones a US$115 millones anuales) las donaciones y préstamos a gobiernos latinoamericanos para comprar más armas. "Pasamos a la segunda de lo que debe ser un proceso de dos o tres fases, que debe durar varios años", afirma William Brownfield, embajador de Estados Unidos en Chile.

La avalancha de grandes negocios marca el final efectivo de la prohibición de vender armas avanzadas norteamericanas a Latinoamérica, que duró dos décadas. El presidente Bill Clinton levantó en 1997 el embargo promulgado por su predecesor demócrata, Jimmy Carter, para ayudar a la industria de la defensa a recuperarse del fin de la Guerra Fría.

No es una mala política: a nivel mundial, gran parte del dinero que Estados Unidos gasta ayudando a otros países a armarse, regresa a Estados Unidos. Este país participó en aproximadamente la mitad de todas las transacciones internacionales de armas entre 1996 y 2000: US$49,200 millones de los US$104,300 millones vendidos. Rusia, Francia, Gran Bretaña y Alemania juntos vendieron US$39,200 millones.

De segunda. Durante el embargo norteamericano, Chile compró misiles Exocet reconstruidos a MBDA, un consorcio de defensa francés, inglés e italiano, y tanques de guerra de segunda mano a la empresa estatal francesa Giat Industries, así como a la holandesa RDM. Brasil compró misiles tierra-aire Mistral a MBDA y cohetes a Rusia, Israel e Italia.

A su vez, Latinoamérica tiene su sistema de ventas de segunda mano: Chile, por ejemplo, vende sus aviones desechados a la República Dominicana y a Mauricio, mientras Perú compra aviones de Nicaragua, Belarús y...

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