En las fuentes del Amazonas: en los Andes ecuatorianos, las aguas termales se convierten en un gran negocio.

AuthorMoss, Nicholas
PositionOferta tur

Wilson Coronel es un testimonio viviente de los beneficios de las aguas termales de Papallacta, que se han convertido en una parada esencial para los viajeros de negocios y los turistas que visitan la capital de Ecuador.

A primera vista es difícil creer que Coronel tiene 71 años, y todavía menos cuando se advierte su energía y su gran nivel de actividad en el páramo andino, a 90 minutos en auto de Quito, donde en un solo día hay bruscos cambios de temperatura: helados amaneceres en la montaña; sol abrasador al mediodía; fresco otoñal en el crepúsculo, y noches muy frías.

"Nadar en las piscinas me alivia la artritis, gracias a la calidad de las aguas cristalinas y ricas en minerales", dice Coronel.

Coronel es propietario de un restaurante y de un hostal, que ya tiene su piscina de aguas termales, en una encrucijada de la carretera que va desde Quito hasta las selvas amazónicas de Ecuador. En la época de la Conquista, Francisco de Orellana abrió ese camino cuando buscaba canela, un tesoro en aquellos tiempos. Los españoles nunca hallaron un El Dorado de especias, pero Orellana descubrió la fuente ecuatoriana del río Amazonas, que recorrió hasta su desembocadura. Luego regresó a España, donde recibió el reconocimiento de la monarquía.

Muchos tramos del camino siguen sin pavimentar, y se convierten en un terraplén polvoriento que termina en un valle donde antes había un glaciar y en el célebre balneario de Papallacta. Coronel presenció la transformación de Papallacta y la inauguración de grandes balnearios.

"Antes de que llegaran los turistas, no había instalaciones adecuadas. La gente traía su comida. Hasta hace diez años, había unas piscinas municipales en el pueblo y sólo dos o tres más en las termas del cerro, que, al igual que hoy, se llenaban de visitantes los domingos", explica Coronel. "Me hice de una reputación ofreciendo comida barata, un buen servicio y un trago de fuerte", un licor de azúcar de caña.

Papallacta creció en importancia en los años 80, cuando la empresa municipal de servicios públicos de Quito empezó a bombear agua potable desde una represa en la zona, y más tarde construyó un acueducto para calmar la sed de la ciudad. Pero el pueblo había entrado en el mapa antes, en 1970, con el desarrollo de la industria petrolera ecuatoriana.

Texaco lo usó como estación en el oleoducto de Sote, de 800 kilómetros de extensión, ahora en manos del Estado, que une los campos petrolíferos del Amazonas con el Pacífico. La industria...

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