América Latina 2011: Gorda, contenta y poco competitiva.

AuthorPrice, John

En 2011, todas las economías de América Latina se expandirán y la región crecerá a una impresionante rasa de 4.5 por ciento, según cálculos del Fondo Monetario Internacional. América Latina superó la crisis financiera con su sistema bancario intacto, una democracia pujante y una clase media sólida y, en algunos casos, en expansión. Brasil recibe aplausos de los inversores financieros y atrae cantidades récord de capital.

Entonces, ¿por qué toda esa alharaca acerca de la competitividad regional? ¿Importa la competitividad cuando están siendo creados niveles históricos de riqueza en América Latina?

La latinoamericana es la economía regional más globalizada del mundo. Las economías de la región reciben más influencia externa que local. En 2009, a pesar de un excelente manejo de política económica y de decisiones soberbias, la economía mexicana se contrajo casi 7 por ciento, debido a una fuerte caída en la demanda estadounidense, el colapso de los precios del petróleo, menores remesas, la caída del turismo y el colapso del crédito bancario a medida que los bancos extranjeros en el país reducían su apalancamiento.

En contraste, Argentina creció 9 por ciento en 2010, a pesar de la mala reputación de la era de Kirchner por su inconsistencia regulatoria. A pesar de que la inversión extranjera es una fracción de lo que fue en el pasado, la economia argentina es solvente y se está expandiendo, gracias a las fuertes exportaciones de alimentos, minerales y energía, y a las bajas tasas de interés globales.

En el informe Haciendo Negocios 2011 del Banco Mundial, México se encuentra en el puesto 35 y Argentina, en el 115. Desde 2003 hasta 2008, mientras que América Latina disfrutó de un clima internacional favorable, con rasas de interés bajas y precios de materias primas altas, la competitividad de México mejoró levemente, mientras que la de Argentina empeoró espectacularmente. Sin embargo, Argentina creció más que México durante todo ese periodo.

Si el destino económico de América Latina está a la merced del banco central de China o de la confianza del consumidor estadounidense, ¿qué incentivo existe para que los líderes políticos de América Latina enfrenten la segunda ronda de reformas (laboral, de pensiones, impositiva, judicial, educativa, de aduanas y legal) a las que se oponen poderosos intereses locales? Aparentemente ninguno.

Tras impresionar al mundo con espectaculares reformas macroeconómicas y privatizaciones en la década de 1990 (una década...

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