América y el nacimiento de un inmenso virreinato: La nueva España

AuthorIgnacio Ruiz Rodríguez
Pages29-62
CAPÍTULO I
AMÉRICA Y EL NACIMIENTO
DE UN INMENSO VIRREINATO:
LA NUEVA ESPAÑA
Introducción
A la hora de optar por una bibliografía específica, en la cual conocer la
historia del que vino a constituir uno de los más extensos virreinatos de la
Monarquía Hispánica a lo largo de los tiempos, y dentro de un inmenso
elenco de autores que desde numerosas perspectivas han escrito al respecto
del mismo, nos hemos decantado por las obras de los profesores Casasola9,
de Valle Arispe10, Esquivel11, Fuentes Mares12, González Obregón13, Humbol-
dt14, Krauze15, Moreno16, Rosas17, Vasconcelos18, Vigil19 y Villalpando20, todo
ello sin perjuicio de que algunos otros igualmente aparezcan citados a lo
largo de las siguientes páginas.
Narran los anales de la historia que la primera misión exploratoria espa-
ñola, que llegase al territorio que en la actualidad conocemos como México
lo hizo en el año 1517, en una expedición compuesta por tres navíos –dos
9 Casasola, G., Seis siglos de historia gráfica de México, t. I, Ciudad de México. ISBN 968-7013-01-0.
10 Valle Arispe, A., De la Nueva España, Guadalajara (Jalisco), ISBN 970-732-155-5.
11 Esquivel Milán, G.; Figueroa Alfonso, E., Historia de México (Editorial Harla edición).
Oxford.
12 Fuentes Mares, J., Historia Ilustrada de México, de Hernán Cortés a Miguel de la Madrid, T. II. Ciu-
dad de México, ISBN 970-613-092-6.
13 González Obregón, L. de, Croniquillas de la Nueva España, Toluca, Estado de México.
14 Humboldt, A. Von, Ensayo político sobre el reino de Nueva España. Madrid, España. ISBN 970-07-
4758-1.
15 Krauze, E., Siglo de caudillos, biografía política de México (1810-1910), Puebla de Zaragoza: Edito-
rial Tusquets. ISBN 970-699-048-8.
16 Moreno, S.; Silva, A.E., Historia de México, tercer curso. Ciudad de México, ISBN 968-417-230-3.
17 ROSAS, A., Mitos de la historia mexicana. De Hidalgo a Zedillo, Ciudad de México, ISBN 970-37-0555-3.
18 Vasconcelos, J., Breve Historia de México, Guadalajara, ISBN 968-24-4924-3.
19 Vigil, J.Mª., México a través de los siglos, tomo X, Ciudad de México: Editorial Cumbre.
20 Villalpando, J.M., El virrey, memorias de la virreina de Gálvez donde relata cómo Carlos III impidió la
independencia de Nueva España, Morelia, ISBN 970-690-363-1.
30 Ignacio Ruiz Rodríguez
naos y un bergantín–. Ésta estaba comandada por Francisco Hernández de
Córdoba21, el cual contando con poco más de cien hombres pretendía apre-
hender indígenas, a los cuales después llevaría a la isla Cuba para que sirvie-
sen como esclavos. Tras contactar con los indígenas, estos les dijeron que
el lugar en donde habían llegado se llamaba Yucatán. Pronto abandonaría
aquella empresa, después de una batalla con los mayas en la que perecieron
veinticinco españoles, y en donde el propio Hernández regresaría mortal-
mente herido22.
Tras esta primera experiencia, nuevamente un año más tarde, se organiza-
ría una nueva expedición de mano de Juan de Grijalva, acompañado de una
fuerza mucho más numerosa a bordo de cuatro navíos. Grijalva, tras ciertos es-
carceos por el Caribe, llegaba a Cozumel, al que llamarían Santa Cruz de Puerta
Latina. De allí se trasladaron a un punto cercano a lo que en la actualidad es
Campeche, en donde un cacique maya les pidió que se marchasen, y aunque
hicieron los españoles hacer valer el poder de sus armas a estos indígenas,
optarían finalmente por continuar su marcha hacia un lugar que vino a sor-
prenderles enormemente, al cual vinieron a llamar isla de los Sacrificios23, en las
cercanías de Veracruz. En este sitio descubrieron con enorme sorpresa lo que
parecían ser signos de unos recientes sacrificios humanos. Al respecto de ello,
imagina el profesor Thomas, que en Yucatán también debió de haber habido
aquel tipo de sacrificios, pero en este nuevo lugar el número de víctimas era
sumamente mayor. Se trataba sin duda alguna de una historia que les había
conmovido, y las noticias del imperio que se hallaba en manos de Moctezuma
causó una gran impresión a todos cuantos la escucharon. Sin embargo, tras
prolongarse su viaje por más de cinco meses, escaseando las provisiones, de-
cidió Grijalva regresar a Cuba, en donde tal y como narran las crónicas sería
recriminado y destituido por Diego Velázquez de Cuellar, por no haber esta-
blecido colonia alguna en las tierras visitadas.
Pronto llegaría la tercera de las expediciones que irían a aquellas tierras:
la de Hernán Cortés, al que en sus tiempos conocían como Hernando Cor-
tés24, o muchas otras más, pero eso ya es otra historia…
No cabe duda de que el virreinato de la Nueva España fue a lo largo de los
tiempos la más rica y populosa de cuantas posesiones tuvo en tierras de América
21 Nacido posiblemente en el año 1475, Francisco Hernández de Córdoba fue uno de los en-
comenderos más ricos asentados en la isla de Cuba, tras su conquista en 1511. Nombrado por el Go-
bernador de la isla, Diego Velázquez de Cuéllar, jefe de la expedición encargada de explorar los mares
al occidente de Cuba y sus posibles islas o costas continentales, partía de aquellas tierras en febrero de
1517, hallando la costa de lo que hoy es la península de Yucatán, en donde contactaría con la población
autóctona. Curiosamente, hallaría la muerte en aquel mismo año de 1517, en Sancti Spíritus (Cuba),
apenas dos semanas después de regresar de su desgraciada expedición, como resultado de las heridas y
la sed sufridas durante su viaje.
22 Vid. Thomas, H., El Imperio Español, Barcelona, 2004.
23 Se trata de una isla actualmente que actualmente se encuentra bajo soberanía mexicana.
Ubicada en el golfo de México, muy cerca del puerto de Veracruz, destaca por sus escasas dimensiones,
ya que mide aproximadamente 450 metros de largo y 198 de ancho.
24 Vid. Bennasar, B., Hernán Cortés. El conquistador de lo imposible, Barcelona, 2006.
La formación de las fronteras estadounidenses en la América española 31
la Monarquía Hispánica. Se trataba de un territorio rico en minerales, en donde
además sus minas de plata se encargaron de manera cuasi constante de coadyu-
var al desarrollo de otros importantes sectores económicos, como la agricultura,
la ganadería y el comercio. En este sentido, en los últimos años de presencia de
las autoridades españolas en el territorio de la Nueva España, estos últimos sec-
tores venían a equivaler en valor al de las propias extracciones mineras.
Igualmente era populosa, porque en sus tierras venía a habitar la mitad
de la población hispanoamericana: 6.122.354 habitantes en 1810. Este pro-
ceso demográfico había iniciado un rápido crecimiento a partir del año
1720, coincidiendo curiosamente con el aumento de la minería. Más tarde,
desde mediados de ese siglo XVIII comenzó a descender, alcanzándose un
crecimiento negativo en los años ochenta, para posteriormente aumentar
de forma vertiginosa. De este modo, el virreinato pasó de dos a tres millones
y medio de habitantes en 1760, a casi cinco en 1793, y superando en 1810
los seis millones, en donde resultaban ser las intendencias más densamente
pobladas las de Guanajuato, México y Puebla. Tras ellas, a mucha distancia,
se encontraban las de Oaxaca, Valladolid de Michoacán y Yucatán. Por lo
que a número de habitantes se refiere, destacarían la capital del virreinato,
México; además de Puebla, Oaxaca, Guanajuato y Yucatán, siendo el com-
ponente étnico el siguiente: la mitad de la población era indígena, la sexta
parte blanca, mientras que el resto de la población se encontraba formado
por fundamentalmente por mestizos, negros y mulatos25.
Conforme a la práctica que resultaba ser en los distintos virreinatos es-
pañoles, a la cabeza de la administración de la Nueva España se hallaba un
25 Vid. Ares Quejia, Berta y Alessandro Stella (Coords.), Negros, mulatos, zambiagos: derroteros afri-
canos en los mundos ibéricos, Sevilla, 2000.

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