Más allá del Canal.

AuthorWilson, James
PositionPanam

Con una economía recién liberalizada, Panamá se dispone a tomar el control de la vía interoceánica. La banca y el sector naviero prometen ser motores del crecimiento.

En el cafe asis, en el corazon del casco histórico de la capital de Panamá, su dueño Pablo Lo Giudice se sienta con orgullo a una mesa mientras entran los primeros clientes. Lo Giudice, un argentino que se mudó a Panamá en 1996 para trabajar con la división de telefonía móvil de BellSouth, ya habla de abrir más cafés. "Este país, aunque decirlo sea un cliché, es una tierra de oportunidades", afirma.

Panamá espera que otros inversionistas extranjeros concuerden con Lo Giudice. El afán de atraer inversión responde a una motivación simple: la inminente retirada de las tropas norteamericanas que han formado parte del panorama local desde hace casi un siglo. Los efectivos de EU deben retirarse a fines de 1999, lo que significará una pérdida de entre US$227 y US$350 millones, según el Departamento de Defensa de EU. Pero a la vez crea una oportunidad sin paralelo: la ocasión de atraer inversiones a la enorme colección de terrenos y edificios que las fuerzas armadas norteamericanas urbanizaron y que ahora le dejan al país. Esto le da a Panamá la oportunidad de situarse en el candelero del escenario inversionista, y el país no piensa desaprovechar la coyuntura.

En muchos sentidos, Panamá es un caso único en América Latina: nació con Estados Unidos como partero y las tres cuartas partes de su economía dependen de su condición de centro bancario internacional y de la Zona Libre de Colón, además del Canal, que estará bajo control de Washington hasta fines de este año. Además, no hay duda de que los panameños consideran que la mayor ventaja que EU deja al país es el dólar.

"Económicamente, somos más bien un estado de Estados Unidos", comenta Montague Belanger, gerente general del Banco del Istmo, uno de los mayores de Panamá. "Tenemos las oportunidades de los países en desarrollo sin los riesgos de los países en desarrollo".

Hace 10 años, los inversionistas se mantenían a distancia debido a los problemas del general Manuel Antonio Noriega. Estados Unidos impuso sanciones y miles de millones de dólares en depósito escaparon del país.

Hoy ese oscuro período es cosa del pasado. La democracia está cimentada: el presidente Ernesto Pérez Balladares aceptó su derrota en el referendo de agosto de 1998 sobre cambios a la Constitución. Los electores rechazaron modificaciones a la Carta Magna que le habrían permitido gobernar por otro período.

Elogios. A pesar de su derrota en los sondeos, Pérez Balladares, cuyo período presidencial concluye en septiembre de este año, se ha ganado el aplauso del empresariado por su audaz reforma de la economía. A un insignificante nivel de inflación (poco más del 1% durante los últimos 40 años) su gobierno ha añadido grandes mejoras a la infraestructura comercial básica. Las telecomunicaciones se han privatizado, lo que ha bajado las tarifas de las llamadas internacionales, y el costo de la electricidad también bajará tras la reciente privatización de la empresa eléctrica. La red de carreteras se ha ampliado y han llegado al país importantes operadores extranjeros de puertos. Las medidas ya dan frutos: en 1997 el PIB creció el 4,4% y para 1998 se pronosticó una cifra similar, a...

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