Romper con el pasado: con Ricardo Martinelli en Panamá y Mauricio Funes en El Salvador tratando de ser paradigmas de gobiernos exitosos en Latinoamérica, ¿se dejará de lado la ideología para dar Lugar a un gobierno de centro?

AuthorCastillo Arg

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El presidente salvadoreño Mauricio Funes, que el año pasado llevó al poder al partido de los ex guerrilleros de izquierda, ha señalado que durante su presidencia intentará buscar la unidad nacional y mejorar las vidas de los pobres. Para sorpresa de muchos, Funes ha marcado sus diferencias con la izquierda e incluso ha desestimado como "populismo barato" el voto de su partido en el Congreso para derogar las tarifas telefónicas mensuales básicas que cobran los proveedores de telecomunicaciones.

Mientras tanto, en Panamá, el magnate de supermercados Ricardo Martinelli, abanderado de una coalición de partidos que favorecen a la empresa privada, ha prometido combatir la corrupción y luchar contra la pobreza. Poco después de su toma de posesión el pasado julio, Martinelli enfrentó a la industria energética y consiguió que las empresas recortaran las tarifas para usuarios individuales en 30 por ciento. Poco después, apareció en la Calzada de Amador para supervisar el derribamiento de vallas colocadas por un urbanista que estaba intentando apoderarse de tierras públicas. Luego emitió un ultimátum al urbanista para que cumpla con la orden de tribunales de pagar los montos atrasados de un contrato de concesión que favorecía al empresario.

En una región que en otras épocas estuvo marcada por serios conflictos, estos políticos no tradicionales han pasado a un primer plano y han adoptado una posición de centro. Funes y Martinelli representan una izquierda y una derecha más pragmáticas, respectivamente, y luchan por conquistar los corazones y las mentes de los ciudadanos comunes. Sus gobiernos marcan un progreso desde las brutales guerras civiles o la dominación militar de la década de 1980 y, más recientemente, los conflictos por la ideología económica que abarca desde el neoliberalismo a ultranza, apoyado en alguna época por los encargados de formular políticas en Washington, hasta el amplio control del Estado propiciado por el presidente Hugo Chávez en Venezuela. Tanto Funes como Martinelli han declarado que, como personas ajenas a la política, intentan llevar mejoras tangibles a los pueblos de El Salvador y Panamá. Más que agentes de cambio, quieren ser agentes de éxito y seguir el modelo del presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva, que ha estimulado los negocios junto con los programas para paliar la pobreza.

"La región se está reinventando a sí misma", afirmó Mario Arana, director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social.

"Existe un reconocimiento de la necesidad de abordar las [crecientes] expectativas económicas de la población y de que el gobierno debe resolver las desigualdades sociales, expresó Arana. "Los mayores desafíos para los líderes actuales consisten en reconstruir el consenso, fortalecer las instituciones y mejorar la transparencia".

Tanto Martinelli como Funes están al frente de países con una distribución del ingreso muy sesgada. Los países de Centroamérica también tienen una larga historia de luchas civiles, instituciones débiles e ineficacia. la modernización ha dado lustre a la región, pero en muchas áreas ese nuevo brillo es superficial. Si bien Panamá no forma parte oficialmente de Centroamérica, comparte la misma historia.

"No podemos seguir teniendo un país con 40 por ciento de pobres, un país donde las sistemas de transporte, salud y educación no funcionan", dijo Martinelli en la conferencia de prensa despué de anunciada su victoria.

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Hasta ahora, Martinelli ha implementado un subsidio de gobierno de $20 para que cada estudiante se compre el uniforme y los artículos escolares; aprobó una pensión mensual de $100 para los ancianos; y elevó el salario mínimo en 16 por ciento, a una escala móvil de entre hasta $416 por mes. "Este es un aumento que aceptarán los empresarios justos, no los empresarios que piensan solo en su margen de ganancia", expresó Martinelli, un defensor de la libre empresa, quien sin embargo criticó al "capitalismo salvaje" durante su campaña.

El mensaje del presidente panameño ha sido claro desde el primer día. Si bien admitió que puede cometer errores, repudió la corrupción. "En mi gobierno, quizás metamos la pata, pero nunca la mano en la lata", afirmó.

"Me considero un hombre muy trabajador", dijo a LATIN TRADE. "No creo en la derecha o en la izquierda, creo en la resolución de problemas para que la gente pueda vivir mejor".

Si bien el gobierno de Martinelli recibirá un espaldarazo con la ampliación de $5.2 mil millones del Canal de Panamá, enfrenta una desaceleración en la economía que había estado recibiendo los beneficios de una ola de construcción y del aumento del comercio internacional. Tras cinco años consecutivos con un crecimiento promedio anual superior al 9 por ciento, la economía apenas superó el 2.5 por ciento en 2009.

Se pronostica un crecimiento del 4.5 por ciento este año.

"Martinelli cree que puede cambiar el péndulo en Latinoamérica y detener la tendencia hacia la izquierda", afirmó Salomón Shamah, el director creativo en la campaña de Martinelli que se...

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